Búhos sin vida y drones que dan miedo

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL

FERROL

CESAR TOIMIL

En el campo y en la ciudad se buscan todo tipo de ideas para espantar a palomas y gaviotas

06 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando Gonzalo Abarcia se decidió a abrir un nuevo local (cuyo nombre lleva su apellido) en el Cantón ya tenía claro que las palomas iban a ser uno de sus contratiempos más pesados. «Es que yo estaba en el Nautic, así que conocía bien la zona y, por supuesto el problema de las palomas», cuenta un hostelero que lleva dos meses con este establecimiento. Tanto él, como sus empleados se lanzaron a Internet a buscar remedios y optaron por comprarse un búho de plástico que pende de sus sombrillas. «El primer día se posó una paloma justo al lado y lo miraba como si tal cosa», cuenta una de las trabajadoras de un local en el que cada jornada pierden una media de dos o tres piezas de la vajilla por culpa de estas aves.

En Abarcia siguen asustando como pueden a las bandadas que se acercan a rapiñar los restos de comida y aseguran que en muchos casos son ellas las que espantan a los clientes. «Los venenos están prohibidos, aunque en Internet salen un montón de preparados», precisan. Andrés Bermejo es biólogo de la sección de ornitología de la Sociedad Galega de Historia Natural y asegura que ni los espantapájaros, ni los muñecos de plástico u otro material tienen efectividad alguna, porque los pájaros detectan casi al momento que son seres inertes y no les prestan atención alguna.

En vuelo todo el rato

«Solo en el caso de drones se ha visto cierta eficacia, pero hay que hacer que vuelen todo el rato, así que tampoco es la solución», precisa un estudioso que también considera que han desaparecido algunos hábitos que dispersaban las manadas. «Antes era un entretenimiento para los niños ahuyentarlos sin hacerles daño, pero es algo del pasado, igual que montar un espantapájaros, aunque no fuese realmente efectivo tampoco», dice sobre una solución que sigue viva en el rural. De hecho, esta primavera en una finca de Esmelle se colocó un maniquí para cumplir esta función.

Pinchos, otro método efectivo

Las soluciones que se han adoptado en algunas comunidades, como es el caso del Ensanche o Canido, que implican colocar cables o esculturas con forma de rapaz en los tejados tampoco funcionan. «Algo que más o menos impide que se posen son esas hileras de pinchos -dicen desde la SGHN-, porque todos los venenos está prohibidos por ley y pueden ser un peligro para otras especies y las personas».