Confusión

José Varela FAÍSCAS

FERROL

20 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La promiscuidad entre la vida y la literatura es tal que confunde hasta el punto de cegar el discernimiento respecto de quien imposta a quien. Es una suerte de uróboros o serpiente que devora su cola y vuelve a renacer, la infatigable rueda de la existencia, el eterno retorno, así en la vida como en la ficción. Viendo las maniobras que despliega la derecha -¿por qué no derechona, si nunca lo ha sido tanto?--. (Desgracia de prisa por gastar las palabras). Cómo se echa en falta la elegancia de un Fabricio de Corbera, Príncipe de Salina, esa distinción, corrompida, sí, pero de sublime belleza otoñal en la entereza de su fidelidad a unos principios, así sean aristocráticos. Es incapaz el PP de imitar al noble siciliano novelado por Lampedusa en su lealtad a una estirpe agonizante. Se marchita con trapaceras artimañas esta derecha menguante que nos gobierna frente a la nueva derecha que emerge seductora para seguir haciendo lo mismo. Otra vez la ficción de El Gatopardo; he ahí al joven Tancredi Falconeri, un calco del capo de Ciudadanos, con su cínica máxima del cambio social por bandera. Y detrás, sin necesidad de asumir riesgo, don Calogero -ah, la economía (por qué no los ricos; claro: las palabras, ajadas), siempre a punto para hacer caja-. Como siempre. En fin, jodida melancolía. Veremos cómo de nuevo la serpiente nos devora: somos su cola y estamos indefensos porque ni siquiera estamos interesados en ponernos a cubierto. Preferimos rendirnos a los fuegos fatuos de la parafernalia y el argumentario de hojalata. Se lo ponemos fácil. Les basta con decir que no sabían nada. No es paranoia, no me invento nada: por Canido ya empezaron los mítines.