Ciudadanas y ciudadanos

Manuel Couce DESDE LA ALAMEDA

FERROL

04 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Creo que el camino hacia la igualdad entre hombres y mujeres en la España democrática comenzó con la aprobación de la Constitución del 78, que recogió en el reconocimiento legal que las mujeres tienen los mismos derechos y oportunidades que los hombres. Desde entonces se produjeron algunas reformas legislativas camino de la igualdad, pero por lo visto hasta aquí, las aptitudes y comportamientos en general de nuestros políticos no están por la labor y prefieren que sigan las situaciones de desigualdad, algunos poniendo un empedrado insalvable en el camino.

En esta etapa democrática, una gran defensora de igualar esta situación fue la exministra socialista Matilde Fernández, que salvó una parte de los obstáculos que se ponían y empezó creando las cuotas como instrumento que fue aceptado por los partidos progresistas y criticado duramente por los conservadores con niebla intelectual, pues este es el mayor delito político de la actualidad. Aquello suponía en principio la reserva o reparto en los cargos públicos entre mujeres y hombres, lo que produjo un debate social que concluyó con que las cuotas -ahora también se llaman listas cremallera- eran un primer paso importante para alcanzar el reparto del poder. Y poco a poco se fueron incorporando en partidos políticos, en las instituciones y en algunas empresas. Con ello, y aún sin lograr el pleno reparto, la mujer dejó de estar invisible en la sociedad, y aunque la apuesta por la igualdad continua encuentra dificultades, pues hace poco vimos como Rajoy, con sus viejas músicas, echaba balones fuera en este asunto y la inefable Celia Villalobos seguía haciendo el ridículo total. Para dar fin a esta injusticia es importante acabar con el autoritarismo en esta sociedad tan jerarquizada, individualista, insolidaria y de sorda contestación y sin respuesta a las miles de mujeres que saldrán a la calle el día ocho a exigir sus derechos.

Como bien dijo la exministra citada: Hombre y mujer tienen que firmar un «convenio» para alcanzar la igualdad a que se refiere la Declaración de Derechos Humanos: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos». ¿Hasta cuándo ese giro sustancial de esta sociedad indolora que garantice los derechos de las mujeres y en consecuencia se logre la verdadera convivencia social mediante la aceptación de los elementos comunes entre ciudadanas y ciudadanos?