El cerdo «Antón» añora las calles

A. F. C. ESPASANTE / LA VOZ

FERROL

I. F.

La comisión de fiestas de Espasante pretende recuperar la tradición y permitir que el gorrino se mueva con libertad por el pueblo ortegano, «como un habitante máis»

22 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El cerdo Antón, tótem del pueblo de Espasante, quiere regresar a las calles, o al menos así lo interpretan los miembros de la nueva comisión de fiestas de San Antón. Álvaro Iglesias, Diego Galdo, Roberto Carrodeguas y Rodrigo Lamelas, de entre 29 y 31 años, han tomado el relevo este año (el anterior se ocupó de organizar los festejos la otra mitad de la pandilla), con el afán de recuperar la tradición. «Antón sempre estivo polas rúas, os veciños dábanlle de comer nas casas, íase bañar á praia... Era un habitante máis», comenta Lamelas. Así lo vivieron él y sus amigos desde niños, pero la costumbre ha ido decayendo, no tanto por falta de voluntad como por la cada vez mayor avalancha de coche que se registra en Espasante desde julio hasta septiembre.

«Ata agora [el gorrino llegó a mediados de julio, obsequio del párroco, procedente de Vilalba] sacámolo só un par de veces, porque no verán con tantos coches e tanta xente era moi complicado, pero agora, a partir de outubro, pensamos soltalo», explica. Hasta hace no muchos años, los encargados de cuidar al marrano Antón le enseñaban a moverse por las calles de la localidad y por la noche lo devolvían a la pocilga, un espacio siempre bien acondicionado para tan estimado huésped. Alfredo López, Fredi, recordaba estos días cómo, cuando formó parte de la comisión, el animal vivía en la finca del bar y, en ocasiones, acompañaba con el cencerro los ensayos de Bágoas da Raíña, el grupo folk que fundó. «E seguía o ritmo», asegura, mientras su mujer, Gabriela Villasuso, agasaja con peras al cerdo, que se relame y protesta cuando ve que se aleja.

«Sábenlle moito o calabacín e as peras -corrobora Lamelas, que se turna con sus compañeros para darle de comer, con ayuda también de sus familias-. Pídelle de comer á xente que pasa polo lado». Los niños preguntan si se le puede tocar y durante el verano era frecuente toparse con familias enteras en la acera, acariciando el lomo del puerco a través de la malla que protege su parcela. El animal agradece los mimos. «É moi mansiño, son todos así porque xa se educan como se fora unha mascota, gústalle que o miren e se ve alguén que vai pola beirarrúa achégase», señala el representante de la comisión, que ya ha empezado a vender rifas para recaudar fondos con vistas a las fiestas del año que viene. Antes, el día de Reyes, tocará el sorteo de Antón, y quién sabe si acabará indultado como les ha ocurrido a dos de sus predecesores más recientes.