En lucha contra el olvido de José López Bouza

R.P.P. Ferrol / La Voz

FERROL

29 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Mañana se cumplirán 78 años de la muerte de una figura fundamental en el ámbito del sindicalismo y la política gallega en el primer tercio del pasado siglo. Como líder del partido Izquierda Republicana llegó a ser gobernador civil en Lugo y Ourense y presidente de la Diputación de A Coruña. Y por su activismo murió fusilado aquel 30 de agosto de 1936. Su figura está diluida en la nómina de ferrolanos ilustres. De José López Bouza se acuerdan en estos días especialmente la asociación sociocultural que lleva su nombre y que reivindica su figura, como escritor, periodista, político y hasta maestro. Su presidente, Bernardo Rego, considera «de justicia» rememorar el perfil de un hombre polifacético que fue el primero en proponer al Ayuntamiento y su alcalde, Antonio Usero, hacer la primera red de abastecimiento y distribución del agua a la ciudad desde la Fervenza.

Así lo recogen las investigaciones de historiadores locales como Eliseo Fernández y artículos de Siro López y Xosé López Barcia, que trazan una biografía llena de vicisitudes. López Bouza nació en 1890 en el seno de una familia modesta. Con la mayoría de edad marchó a Argentina, de donde fue expulsado por su militancia anarcosindicalista. De regreso a Ferrol llegó a la constructora naval y se convirtió en funcionario municipal; tras su propuesta, el regidor local lo convirtió en jefe del Negociado de Aguas. Durante aquella época ejerció también como profesor dando clases gratis a los hijos de los obreros y a los propios trabajadores. Al principio de los años treinta fue nombrado gobernador de Ourense y Lugo, para fundar en el año 1934 la sección ferrolana de Izquierda Republicana. López Bouza dirigió numerosas cabeceras del periodismo obrero y también generalistas. Y fue uno de los principales defensores del Estatuto de Autonomía durante su etapa como presidente de la Diputación provincial, en una campaña que lo llevó por toda Galicia. En agosto de 1936 fue detenido y sometido a un consejo de guerra en Ferrol que lo condenó a treinta años de prisión. No los llegó a cumplir. Apenas dos semanas después fue paseado la noche del 30 de agosto y fusilado en el cementerio de Canido.

Solo una calle en Caranza y la asociación mantienen vivo el nombre de este político en Ferrol.