Enchiladas sin gripe ni picante

B. Antón

FERROL

El miedo generado por el virus H1N1 ha provocado que todo lo mexicano se mire con recelo; la psicosis también ha pasado factura a un restaurante recién abierto en Ferrol

04 may 2009 . Actualizado a las 12:24 h.

Juan José Rivas Martínez sufre un ligero catarro desde hace algunos días, pero en su trabajo se resiste a toser. «No vaya a ser que me miren mal», dice entre risas. Este hostelero se lo toma en broma, pero lo cierto es que la psicosis colectiva generada por la gripe A (H1N1) está pasando factura al negocio que acaba de inaugurar en Serantes, el restaurante de comida mexicana Azteca Grill.

Rivas explica que él y su mujer, Rocío Núñez Edith -una mexicana de la región de Guanajato que lleva ya siete años viviendo en Ferrol-, abrieron las puertas del establecimiento el pasado 24 de abril, solo dos días antes de que saltasen todas las alarmas por la que en un principio se denominó como gripe porcina. «Al principio no lo notamos mucho, pero a partir del lunes ya empezamos a ver que había menos clientes; tuvimos mala suerte, pero qué le vamos a hacer, ahora no nos queda más remedio que esperar a que pase el chaparrón», dice Rivas.

Para su mujer, no hay duda de que el miedo generado por la dolencia está afectando al negocio. «La gente asocia la comida mexicana con algo muy picante, y ahora, también, con la gripe porcina», se lamenta Rocío.

Ni ella ni su marido pueden asegurar a ciencia cierta que la escasa afluencia de clientes durante la semana pasada se haya debido a la gripe -«también hay que tener en cuenta que era fin mes», advierte Rocío-, pero sí tienen muchas sospechas. «Medio en broma, medio en serio, hubo clientes que rechazaron la tapa que les ponemos con la bebida, y al saber que yo era mexicana, muchos me preguntaron si había estado en mi país recientemente», apunta Núñez.

En cualquier caso, y para curarse en salud, Rocío y Juan José quieren dejar claro que la carne que cocinan en los fogones del Azteca es gallega y que los productos que llegan de México, como el chile y el vino, han pasado todos los controles sanitarios.

Rocío, que tiene a toda su familia en México -a donde no viaja desde el pasado mes de octubre-, no teme por ellos. «Están perfectamente y en la zona donde viven no ha habido ningún caso de contagio», apunta. Además, tanto ella como su marido consideran que el problema no es tan grave como lo pintan.

Aunque no duda de que el virus está ahí, Rocío cree que la enfermedad se ha magnificado. Y está convencida de que, detrás de ella, se esconden muchos intereses económicos y políticos. «Los laboratorios farmacéuticos quieren ganar dinero y al Gobierno mexicano le interesa desviar la atención sobre otros problemas que afectan a la población».

Aunque el contagio solo se puede producir al estar en contacto con alguien infectado, Juan José se muestra comprensivo con el recelo de algunas personas. «Si hubiese una epidemia en Asia, a lo mejor yo también evitaría ir a un restaurante asiático», confiesa. En cualquier caso, tanto él como Rocío creen que la tormenta pasará pronto. Y no dudan de que su negocio irá bien: «Tiene que ser así, porque aquí servimos verdadera comida mexicana; esto no tiene nada que ver con la cocina tex-mex que se pone por ahí», dice Rocío sonriente.