La parroquia naronesa colabora desde hace dos años con un proyecto en Perú, ?en el que trabaja una religiosa de Narón, que consiste en la reforma de un colegio
19 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Esther Graña Veiga (Narón, 1971) se marchó con 26 años a Perú un mes en un programa de ayuda humanitaria. Cuando regresó a Narón, recuerda su padre, Francisco Graña, ya solo pensaba en volver y seguir ayudando. Licenciada en Psicología puso rumbo de nuevo en el año 2000 a Comas, un barrio marginal de la ciudad de Lima, para trabajar junto a las hermanas de Santa Ana con los niños de la calle. «Ingresó en el noviciado, hizo los primeros votos y pasó tres años en Roma estudiando», explica su progenitor.
Hace dos veranos, Esther volvió de visita a su parroquia, San Xosé Obreiro. Durante esta estancia, relató al cura, Carlos Miranda, y a sus vecinos, la importancia del proyecto humanitario que estaba desarrollando junto a las hermanas y las penurias a las que tienen que hacer frente los niños de 0 a 4 años que a diario atienden en un colegio en muy mal estado y con importantes carencias.
Sus palabras surtieron efecto y calaron hondo en los naroneses de este barrio del Alto, que desde hace dos años se las ingenian para recaudar fondos que puedan costear una mejora de la escuela. Con la organización de un mercado de comercio justo, una degustación de comida india y los donativos del Jueves Santo, han logrado enviar a Esther más de ocho mil euros. Ayer se celebró en la cafetería de la iglesia una nueva muestra culinaria, en este caso, de comida senegalesa elaborada por inmigrantes alumnos de las clases de alfabetización de San Xosé Obreiro. Este dinero también irá a Perú.
Con los primeros fondos, las hermanas han podido atajar las deficiencias más apremiantes, como obras en el patio y en el comedor. Sin embargo, queda mucho por hacer, ya que hay grietas y boquetes en el techo. El inmueble está casi en ruinas.
En este centro de Comas, las monjas atienden a unos sesenta niños diarios, de ocho de la mañana a dos de la tarde, a los que ofrecen servicios básicos, como higiene, alimentación y educación. «Para alimentar a todos estos críos, el gobierno solo nos apoya donándonos arroz, frijoles, harina y atún, los niños tienen dificultad al comer porque no hay variedad en las comidas y la nutrición no es equilibrada», explican las monjas de Santa Ana, que intentan «darles un poco de pollo, huevo y leche».
Dentro del proyecto de la escuela, denominado la Cuna Santa Ana, está previsto habilitar un aula que lleve el nombre de la parroquia naronesa, San Xosé Obreiro. El párroco y Ángeles Leira, colaboradora de esta iniciativa solidaria, destacaron la enorme implicación de los vecinos con este proyecto, y la sensibilidad de los inmigrantes que acuden a la parroquia, «que se ofreceron para facer esta xornada gastronómica e recadar fondos para Comas».
La parroquia está convencida de que su granito de arena podrá, pronto, formar una pequeña montaña, que mejore la calidad de vida de estos niños peruanos. Esperan darle a Esther, que tiene previsto regresar un mes a Narón en el 2010, una gran alegría.