TRIBUNA
20 ene 2007 . Actualizado a las 06:00 h.Recuerdo que en aquellos ya lejanos tiempos, cuando en la Universidad los universitarios luchaban en contra del régimen franquista para intentar conseguir una sociedad más justa, más igualitaria, en más de una ocasión hemos compartido juntos el viaje de Santiago a Ferrol, en un viejo Renault, Bonifacio Borreiros, mi hijo y yo. En esa época Boni era un buen estudiante y un líder en la Facultad de Medicina; recuerdo que, algunas veces, gracias a la complicidad de un bedel, lo veía arengando a sus compañeros en la facultad. Más tarde entró en el PSG de la mano de Ceferino Díaz, como él mismo Ceferino recordaba el día del entierro. En ese partido tuvo como compañeros a Fernando González Laxe, a Beiras y a muchos otros. Posteriormente pasó a militar en el PSdeG-PSOE, también con Ceferino como compañero. En el tripartito que presidía González Laxe, este, que era su amigo, lo nombró director xeral de Cultura afirmando que lo había escogido porque necesitaba una persona de gran valía, con entusiasmo y de confianza, para así poder desarrollar y proteger un área que, para un gobierno joven y progresista, era de vital importancia. Durante su etapa como director xeral realizó una gran labor, ya que al tiempo que le daba un gran impulso al Instituto Galego de Artes Escénicas e Musicais (Igaem), puso en marcha decenas de bibliotecas a lo largo y lo ancho de nuestro país, además de apoyar a todos los artistas, especialmente a los talentos jóvenes, entre los cuales tenía muchos amigos, también. Brillante labor Valgan estos logros como ejemplos de su brillante y acertada labor como máximo responsable institucional de un área primordial para el desarrollo de Galicia. Recordar también que en dos ocasiones ejerció como diputado en el Parlamento de Galicia y en una en el Congreso de los Diputados. Con respecto a lo que Ferrol le debe, ¡qué vamos a decir! Valgan sólo estos pequeños apuntes: inició la restauración del viejo Hospital de Caridad cuando era director xeral y, ¡casualidad!, después de muchos años, acabó esta obra de restauración desde su cargo de concelleiro de Cultura. También estuvo muy implicado en la restauración del Jofre, así como en la reforma de la Biblioteca Municipal. Además posibilitó la inversión para la escultura conmemorativa del Diez de Marzo, en homenaje a la clase obrera. Hay que señalar que al Torrente Ballester lo convirtió en una referencia para el arte contemporáneo de Galicia. Era un intelectual atípico porque, contrariamente a lo que sucede en muchos casos, también le apasionaba la gestión. Boni era, seguramente, una de las pocas personas que tenían un estudiado y completo proyecto de ciudad para Ferrol. Después de esta pequeña glosa de su labor profesional, siempre defendiendo «lo público», es inevitable y necesario pensar y escribir sobre Boni como persona, como político. ¿Existe alguna diferencia? Por el hecho de pertenecer a una generación comprometida políticamente, socialmente y en un plano cultural, se le identificó siempre con justicia, como un hombre de izquierdas, socialista, en absoluto sectario y de firmes principios. Además, los que lo conocíamos íntimamente hemos aprendido y disfrutado cuando nos hablaba, teorizaba, sobre filósofos clásicos y contemporáneos. Escucharlo era un placer. Boni era un humanista al que le apasionaban todas las manifestaciones culturales, en especial las que «iban por delante», las vanguardias. Fue uno de los pocos jóvenes afortunados que compartió tertulias en la célebre mesa camilla de don Ramón Piñeiro, lo que también le ayudó a su formación. Boni seguía la máxima que dice «si no haces política, la política se hará en contra de ti» (Antonio Machado). Siempre utilizó la política para hacer cultura. ¿Qué nos queda después del triste desenlace? Algo muy simple: que todos los que erámos sus amigos y lo conocimos lo seguiremos recordando y queriendo como cuando podíamos estar con el y disfrutábamos de su presencia y de su palabra. Para terminar, lo haré recordando una frase, preciosa, de un amigo común: «Boni vencía y conquistaba con sus silencios». Álvaro Espilla , amigo personal de Bonifacio Borreiros, trabaja estos días en la organización del homenaje que Galicia rendirá al recodado político ferrolano.