Crónica | Así fue el asalto de Esteiro El propietario de la tienda ferrolana plantó cara al ladrón que le encañonaba con un arma; su coraje forzó la huida del caco y los errores que permitieron los arrestos de la mañana de ayer
29 ago 2006 . Actualizado a las 07:00 h.LA HUIDA. Tras intentar atracar los ultramarinos, el ladrón corrió por Fernando VI, en la imagen, hasta el coche que le esperaba ?bel es un histórico de Ferrol. Es el propietario de los ultramarinos ubicados en el barrio de Esteiro que llevan su nombre. El lunes se enfrentó al segundo atraco de su vida. «Entrou un home xusto detrás dunha rapaza -explica-, pensei que ía con ela». Pero no era así: «Levaba un pasamontañas e púxose diante do mostrador; entón sacou unha pistola que resultou ser de fogueo, pero que pasaba por real, hasta fixo ruído e todo cando a cargou». Le apuntó con ella y gritó: «¡Dame a tela toda!». Abel se puso «moi nervioso», pero cogió un palo que guarda tras la barra y le espetó: «¿Pero que dis home, que dis?». -¿No tuvo miedo? -Claro, pero se chega a facer o xesto de disparar dáballe ben. -Es usted muy valiente. -No momento estaba nervioso, ¡e a pistola parecía de verdade! Pero saíume así; mira que si me chega a pegar un tiro...». El caco retrocedió, entonces se dio cuenta de que en la tienda había varios clientes que se habían quedado petrificados mirando la pistola. Salió a trompicones de la tienda y huyó por la calle Fernando VI, perseguido por la mujer de Abel. Alcanzó jadeando un Ford Escort verde parado frente al polideportivo de Esteiro. Subió y su cómplice salió a todo gas. Un guardia civil de paisano vio parte de lo ocurrido, y pidió a la esposa del tendero el número de matrícula que apuntaba. En el anterior asalto, ocurrido hace años, Abel también plantó cara al atracador. El delincuente iba armado con un palo, pero tras un breve forcejeo, que incluyó el lanzamiento de cajas de alimentos, decidió darse a la fuga. La tienda de Abel no es una presa fácil para los ladrones. Es un ultramarinos de toda la vida, lleno de cajas y comida, y rodeado de cuatro hipermercados que amenazan más su economía que los atracadores.