Vidas de perros

Bea Abelairas / A. López Penide

EXTRA VOZ

ANGEL MANSO

La semana mostró dos caras de la moneda: el vídeo de "Krugui" mientras lo arrojaban por encima de la verja en Pontevedra y los tres canes de una enferma terminal adoptados en Santiago, pero en cada esquina de Galicia se escribe un "Oliver Twist" en versión canina

16 ago 2015 . Actualizado a las 10:11 h.

Que una imagen, en ocasiones, vale más que mil palabras es algo que ha puesto de manifiesto lo ocurrido con Krugui, el perro abandonado violenta y chapuceramente por sus propietarios en el refugio canino de Pontevedra. No es algo nuevo. Mas bien, es algo que se repite demasiado habitualmente y que las distintas protectoras de animales han venido denunciando incansablemente estos últimos años. A veces, estas historias vienen de mano de particulares, como contaba esta misma semana en La Voz la compostelana Pilar Martínez, quien adoptó a tres perros de una mujer lucense, Consuelo, que sufre una enfermedad terminal, y a los que había dejado en manos, sin saberlo, de un maltratador.

Con algo más de un año de vida, cuando apenas habían pasado dos minutos de las nueve y media de la noche del pasado 6 de agosto, Krugui fue arrojado brutalmente al interior de la perrera pontevedresa. En un primer momento, su propietario, identificado ya por la Guardia Civil como un vecino de Meis, lo intentó lanzar por encima de la valla. Falló, pero no desistió. Así, auxiliado por quien ha sido identificado como su sobrino, optó por descolgarlo desde lo alto de la verja. Ni uno ni otro eran conscientes de que los estaba grabando el sistema de seguridad del refugio. Veinticuatro horas después de estos hechos, la asociación Os Palleiros, que preside Gloria Cubas, difundía las imágenes en Facebook. Miles de internautas se interesaron por la suerte del perrito, bautizado ya como Krugui, mientras unos pocos daban el paso para solicitar su adopción.

Pilar con los tres perros que acaba de adoptar, que pertenecían a una mujer con cáncer terminal
Pilar con los tres perros que acaba de adoptar, que pertenecían a una mujer con cáncer terminal Marta Ferreiro

Javier, de Servigal Coruña, con dos cachorros abandonados
Javier, de Servigal Coruña, con dos cachorros abandonados CESAR QUIAN

La legislación establece un plazo de veintiún días hasta que se pueda hacer efectiva esta medida, ya que es el período de tiempo que el propietario dispone para poder reclamar su mascota. Si el tiempo se cumple, Os Palleiros estudiaran las distintas propuestas y elegirán al candidato más adecuado para Krugui. Es lo que hacen, por otro lado, con todos sus perros. Mientras tanto compartirá espacio con Olma, Porro, Galia... Y así hasta un total de 170 perros que conviven en un espacio inicialmente diseñado para 150 animales. A estos habría que sumar, otros veinticinco que residen temporalmente en casas de acogida. «Por desgracia lo de Krugui no nos sorprende, esto pasa todos días, en todas las perreras de España. Nos indigna, pero no nos sorprende», lamenta Gloria Cubas.

La situación es tal que algunos voluntarios declinan amablemente aparecer en los medios de comunicación. Y es que se han dado casos en los que, tras difundirse que colaboran con Os Palleiros, se han encontrado con perros que sus propietarios han abandonado encadenados a las puertas del negocio en el que trabajan o, incluso, a sus coches.

«Rumbo», mala suerte dos veces

Rumbo es un joven cruce de teckel, más conocido como perro salchicha,  que desde hace poco menos de una semana vive feliz en su nueva casa de Mugardos. Si tiene pesadillas, será solo para recordar lo que pasó el último año: lo abandonaron una vez y terminó en la perrera de Mougá de Ferrol. Lo adoptaron un 10 de septiembre y el 19 de noviembre lo tiraron, cual bolsa de basura, por encima de la valla de la perrera. «No nos podemos imaginar lo que ha pasado este perro, porque venía con heridas muy importantes que nos hacen pensar que estuvo atado todo el tiempo y tal vez por eso ladraba, así que le pusieron un bozal que le causó daños graves en el hocico», explica Camino Ferrero, la encargada de la perrera ferrolana. Rumbo se repuso de sus heridas, incluso de las psicológicas, porque ahora es un perro feliz. Cuenta su nueva familia que parece que estaba impaciente por serlo, ya que cada día actúa «como enseñado», con muchísimas ganas de agradar. Sin embargo, su caso no ha quedado impune, protagonizó una de las muchas denuncias que las perreras de todas las provincias gallegas tramitan: «Teníamos los datos de los dueños que les hicieron eso y lo llevamos al juzgado, la sentencia les impuso una multa de mil euros que con la nueva ley sería de 2.000», detalla Camino. Desde el pasado 1 de julio el maltrato animal ha pasado de ser una falta a un delito. Y las formas de maltrato se especifican más que nunca; queda claro, por fin, que mantener una mascota atada a una correa día y noche es atentar contra su vida. En estos y otros casos el propietario se terminará enfrentando a un juicio oral en el que se interpreta como agravante la reincidencia o la presencia de menores. En aquellos casos en los que el acusado trabaje con animales, este podría verse privado de ejercer su profesión entre los dos y los cuatro años. Y se contemplan, incluso penas de cárcel si muere el can. En el caso de Rumbo o de Krugui ha habido final feliz ?al menos por ahora?, pero el veterinario de la perrera de Servigal en A Coruña, Javier Rascado, cuida estos días de dos cachorros que le llegaron martirizados. «Nunca había visto nada igual», dice de dos perritos que esperan un golpe de suerte que ya disfruta Rumbo. «A las ocho de la mañana va a despertar al niño, feliz, como si llevase con él toda la vida», cuenta Juan Hermida, su nuevo dueño.