El indomable Varufakis

EXTRA VOZ

OLIVIER HOSLET


Es el político del que todos hablan. Yanis Varufakis ha conseguido eclipsar a su jefe, que los cronistas políticos hablen de moda y que los ciudadanos entonen su nombre como un himno de salvación. Todo esto en un cargo tan gris como  el de ministro de Finanzas
 

15 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El secreto de Yanis Varufakis tal vez lo desveló uno de los periodistas de The Guardian encargados de cubrir su encuentro con el ministro George Osborne. «Una persona normal» en la escalinata del número 11 de Downing Street. Su caminar desgarbado, su bronceado,  la camisa azul eléctrico, la chaqueta de cuero y la ausencia de una corbata dejaron noqueados a los reporteros. Casi tanto como el mensaje que le lanzó al presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, un par de días antes. «No reconocemos a la Troika como interlocutor». El holandés se quedó lívido. Ni siquiera contestó. Se levantó y le susurró a Varufakis unas palabras que todavía son hoy un misterio. «Acabas de matar a la Troika», escucharon los corresponsales en la sala. «Esto ha sido un error», aclaró Bruselas. 

Lo cierto es que Varufakis no es un ministro al uso. En el fondo es un teórico al que Alexis Tsipras le ha ofrecido la oportunidad de su vida: poder aplicar a la realidad lo que llevaba años predicando como profesor universitario. Cuando ese momento llegó, confesó: «Mi mayor miedo es que pueda convertirme en un político». Lo posteó en su blog unas semanas antes de las elecciones del 25 de enero que para él también supusieron una victoria personal: es el diputado de Syriza que obtuvo un mayor número de votos. Desde entonces lleva  a sus espaldas 315.000 millones de deuda, la presión de los socios del euro y la súplica de miles de griegos que ya no pueden más. «Estamos en una guerra económica. Todo lo que dice es correcto y lógico. Ya era hora de que alguien, por el bien de Grecia, le plantara cara a Europa», comenta Nikos Alevetsovitis, griego afincado en Galicia. 

Idolatrado por las mujeres

Nikos no es el único heleno que opina así. Varufakis, que no habla de austeridad sino de waterboarding fiscal, en alusión al método de ahogamiento simulado utilizado por la CIA,  ha alcanzado la popularidad de una estrella de rock. Lo esperan en la calle para hacerse selfies, entonan su nombre en manifestaciones y es fuente de inspiración para memes y camisetas. Rebautizado como Varoufucker, las mujeres lo idolatran. La diputada socialista portuguesa, Isabel Moreira, publicó en su Facebook: «Maldita sea, el ministro de Finanzas griego es sexy». 

Para los más ortodoxos, su aspecto cuidadosamente desaliñado y sus alocuciones amenazantes no convencen. «Cuando se va a negociar un crédito, da igual que sea con tu banco o con Europa, la actitud es vital. Por ahora solo ha conseguido que Grecia tenga que pagar más intereses», apunta el experto en mercados Carlos Estévez Mengotti. «No pierde detalle de lo que ocurre mostrándose, según la ocasión, como un pacificador amable o como un crédulo belicoso», destaca Mar Castro, consultora en comunicación. Además de ministro accidental, también lo es mediático. Al asumir el cargo dijo que iba a bajar el ritmo, pero no ha dejado de tuitear. Sus más de 253.000 seguidores van en aumento. Su blog tampoco ha muerto. Aquí ha explicado hace unos días la polémica sobre las concesiones a Rusia y su postura sobre  la renegociación de la deuda. Ha publicado 263 entradas en Protagon, una influyente web de opinión, y es autor de libros como El minotauro global. Colaborador de la BBC, la NBC o Sky News no tiene ningún problema en hablar. ¿De cuántos ministros podemos decir lo mismo?

Sin embargo, las citas con sus homólogos europeos se han cerrado con sonoros desacuerdos. Aún así, ni ante el impertérrito Wolfgang Schäuble se viene abajo. Muestra «una confianza desmedida en sus actuaciones», indica Mar Castro. Su meta es que Grecia lidere un cambio de rumbo en la política económica europea. Uno de sus primeros triunfos se produjo cuando iba al instituto. Se negaba a escribir Yanis con dos enes. A pesar de los castigos, su terquedad se impuso. La misma determinación, dicen, hizo que abandonara el confort de Reino Unido en 1988. Su padre lo había enviado allí para protegerlo de los paramilitares. Su huida de la política conservadora de Margaret Thatcher lo llevó a Australia, donde estuvo 12 años y adquirió la doble nacionalidad. Por nostalgia regresó a Atenas donde fue asesor de Yorgos Papandreu, líder del defenestrado Pasok. Nunca le perdonó que aceptara las condiciones del rescate. «La crisis llegó a Grecia en el 2008, pero a mí me golpeó varios años antes», escribió Varufakis. Se refería a su hija. Su primera mujer lo abandonó y regreso a Sidney con la pequeña Xenia. Fue en el 2005, ahora es habitual verlo hablando con ella por Skype. El ministro, que también estuvo en Estados Unidos donde trabajó para una empresa de videojuegos, vive con su segunda mujer, Danae Stratou, artista e hija de una rica familia ateniense, frente a la Acrópolis. Su especialidad cuando enseñaba era la Teoría de Juegos. Una rama de las matemáticas que estudia cómo alcanzar el éxito teniendo en cuenta la postura de todos los agentes. Los griegos invocan a los dioses para que no se le haya olvidado esta lección.