E l movimiento es impecable en lo formal. Lógico, multitudinario, idealista... Pero su futuro es difuso. A Democracia Real Ya le falta concreción, un objetivo que dé sentido a la protesta. Las propuestas que hicieron públicas ayer son la expresión de una frustración colectiva, pero son difícilmente ejecutables si no se participa del sistema. El mensaje es preclaro: lo urgente es el cambio. Pero no se explica cómo materializarlo. Y ahí radica la principal laguna.
La heterogeneidad, el mayor activo
El gran activo del movimiento que sacude toda España es su heterogeneidad. Gente joven, de mediana y avanzada edad, de izquierdas y de derechas... Personas hastiadas que ven cómo el sistema de bienestar que ayudaron a levantar se diluye. Chavales sin esperanza, asfixiados por un mercado de trabajo que los condena al paro o, en el mejor de los casos, a contratos basura. Todo un poema.
El riesgo de acabar politizado
La independencia del movimiento es su única salvaguarda. De hecho, el gran riesgo que corre es el de acabar politizado. Algunos de los partidos trabajan ya en la posibilidad de pescar en este caladero, aunque los vaivenes que han dado en los últimos días revelan el desconcierto que sufren por tener ante sí una iniciativa horizontal, sin líderes claros, con objetivos diversos. Sin entender que, seguramente, en su complejidad se halla su valía.