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Testimonios como el de Cristina Pernas, becada de la Fundación Universia de Banco Santander, son una motivación para que la presencia de perfiles diversos en la sociedad gane cada vez más fuerza

A.G.P.

Cristina Pernas, natural de Xermade y residente en O Corgo, tiene miopía magna y neuropatía óptica o, lo que es lo mismo, una importante disminución de su agudeza visual. Concretamente, sufre una pérdida repentina de su visión debido a una interrupción de flujo sanguíneo hacia el nervio óptico. Se trata de pérdidas indoloras en la visión pero que sí que hacen daño en cuanto a inclusión social se refiere.

La igualdad de oportunidades ha sido durante años un reto lejano para gente que como Cristina ha nacido con una discapacidad y solo por ello muchos consideran que va a tener que demostrar más de lo habitual en comparación con otras personas. Gracias a que la inclusión y la diversidad tienen cada vez más espacio entre los retos a los que se enfrentan las instituciones y las empresas, gente como esta joven de 24 años pueden ser un ejemplo de que su trayectoria educativa y laboral va a poder estar a la misma altura que quienes no tienen una discapacidad como ella. El dato es abrumador: solo una de cada cuatro personas con discapacidad en edad laboral trabaja, frente al 65% de la población general, según la Fundación Adecco. Con este dato se demuestra que queda mucho por hacer, pero que también se ha recorrido mucho camino.

En este caso, Banco Santander es una de las grandes empresas que más apuesta por la inclusión social y laboral de este colectivo. Gran parte de este esfuerzo se trabaja desde la Fundación Universia y su amplio abanico de programas e iniciativas. Entre ellas sobresale la XV edición de las Becas Fundación Universia para estudiantes con discapacidad. Desde su puesta en marcha en 2007, el programa de la Fundación Universia ha invertido 3.016.415€ en estas becas universitarias, ha gestionado 5.185 solicitudes y ha resuelto un total de 2.100 becas con el objetivo de impulsar el progreso académico de las personas con discapacidad.

Cristina Pernas ha sido una de sus beneficiarias, algo que le ha permitido desarrollar sus estudios de Medicina en la Universidad de Santiago. Incluso pudo vivir la experiencia de estudiar un año en México, algo que le hace sentir una privilegiada. “Recibí ayudas en forma de beca desde primero de carrera hasta finalizar mis estudios, incluyendo un año de estudios en el extranjero gracias a un convenio bilateral. Justo este último año sacaron una nueva convocatoria de las becas para sufragar la preparación de oposiciones y, aprovechando que estaba preparando el MIR aquí en Galicia, también la solicité y me la concedieron. Ya me presenté hace un par de semanas y ahora estoy esperando las listas provisionales para poder elegir especialidad”, comenta emocionada Pernas.

Sí que cree que ha habido avances en el reto de la inclusión social, “pero poniendo todo un poco en cuarentena”, asegura. “En mi caso, la discapacidad es invisible a los ojos de los demás, por lo que a veces me siento en la obligación constante de demostrar a la sociedad que realmente necesito apoyos. Es como que hay establecidos una serie de códigos pero cuando una se sale de esos códigos es como que a la gente le cuesta mucho entenderlo”.

Para ella, una de las claves pasa por “visibilizar primero estas situaciones antes de normalizarlas. Siento que falta educación en la sensibilidad de otras personas”, dice refiriéndose a que, en casos como el suyo, aparentemente no tiene una capacidad distinta.

Lamentablemente, la situación de emergencia sanitaria que vivimos ha frenado la contratación de personas con discapacidad en un 26%. Así lo recoge la Fundación Adecco, con la colaboración de CHM Obras e Infraestructuras, en el informe ‘Discapacidad y expectativas para la nueva década' que subraya que el 70% de las personas con discapacidad cree que la COVID-19 estancará su inclusión laboral en la próxima década. Tres de cada cuatro encuestados para el informe consideran que la discapacidad continúa siendo un hándicap para encontrar un trabajo y prácticamente la totalidad tienen como principal aspiración encontrar un “empleo estable”.

En relación con la percepción sobre el grado de inclusión de los estudiantes con discapacidad dentro de las universidades, según las conclusiones que se extraen del V Estudio ‘Universidad y Discapacidad' de Fundación Universia, el 20,7% de los 1.860 estudiantes consultados afirma haberse sentido discriminado en alguna ocasión a lo largo de sus estudios universitarios.

Las principales razones están relacionadas con algún tipo de problema con el profesorado, tales como faltas de respeto, falta de atención a sus necesidades, mala actitud, etcétera. (38,2%), o con problemas de accesibilidad, tales como barreras arquitectónicas, exámenes no adaptados, falta de adaptación curricular, etcétera. (37,9%).

En cuanto a las relaciones con los compañeros, acerca del aislamiento uno de cada tres estudiantes con discapacidad afirman sentirse aislados respecto a los demás compañeros y compañeras de la universidad. En este sentido, el 16% de los estudiantes con discapacidad considera que sus compañeros y compañeras se comportan de manera diferente con ellos que con el resto de la comunidad estudiantil. Además, el 35% estima que tiene más dificultades que sus compañeros sin discapacidad para relacionarse con los demás estudiantes.

A lo largo de los años, confiesa que ha vivido momentos de discriminación “porque la gente no entiende ciertos comportamientos míos, que también van ligados a cierto grado de timidez que tengo asociado a mi personalidad”. Al tener baja visión, “vivo situaciones algo incómodas. Por ejemplo, en un supermercado me acerco mucho a los productos para diferenciarlos bien y comportamientos como ese hacen que levante sospechas entre los empleados del establecimiento”, se ríe. Intento hablarme a mí misma y decirme ‘Cristina, tranquila, tómate tu tiempo' pero no siempre puedo evitar que me pase. Doy gracias a que aún conservo parte de la visión dentro de la poca que tengo y eso me ayuda a defenderme pero tengo claro que es algo que se escapa a la realidad de los demás”, reflexiona la joven lucense.

“También he tenido casos de ciertos actos de discriminación positiva que se dan; hay cosas a las que puedo acceder con cierta ventaja sobre el resto pero luego me siento juzgada por ello y con la sensación de tener que dar explicaciones constantemente”.

Visibilizar y educar desde la escuela es una prioridad para ella para que no haya que atravesar por estas situaciones. La presencia del discurso paternalista y condescendiente a veces le hace “sentir en la obligación de tener que demostrar más”. También le da la impresión de que el discurso del espíritu de superación está muy manido. “Igual yo no soy la que tengo siempre que demostrar”. Y va más allá: “Aunque yo tenga una discapacidad, a veces es la sociedad la discapacitante”.

Con todo, Pernas se considera una privilegiada. “Siempre he contado con apoyo familiar y el poder disponer ahora de este tipo de ayudas me hace la vida mucho más fácil en el sentido de que puedo tener un ordenador en el que ver ampliados los contenidos adaptados a mis circunstancias de baja visión. Influye mucho también la época en la que nací, ya que me puedo valer de un montón de recursos digitales y multimedia a los que antes ni se tenía acceso o directamente no existían”.

Queda mucho por hacer en este sentido, porque si algo ha abierto todavía más la brecha digital ha sido, nuevamente, la irrupción de la pandemia. Tal y como refleja el V Estudio ‘Universidad y Discapacidad' de Fundación Universia, que aborda el grado de inclusión actual de las personas con discapacidad en el sistema universitario español. La llegada de la pandemia provocada por la covid-19 ha impactado en las universidades, provocando cambios que afectan a la vida de toda la comunidad universitaria y, especialmente, a la de las personas con discapacidad.

A raíz de esta nueva situación, muchos y muchas estudiantes con discapacidad han encontrado nuevas dificultades para continuar con sus estudios universitarios desde casa. El 21% de estos alumnos afirma tener mayores dificultades para seguir las clases en tiempos de coronavirus. Además, casi una cuarta parte de los encuestados se queja de la falta de recursos tecnológicos y dispositivos digitales para poder estudiar desde su hogar (24%). También manifiestan otras necesidades derivadas de la covid-19, dificultades para realizar exámenes y seguir las clases (17%) y algunos problemas a nivel psicológico (aislamiento, soledad, ansiedad), entre otros.

El estudio ha sido realizado por la Fundación Universia, que cuenta con el apoyo de Banco Santander para el desarrollo de sus actividades, con la colaboración de Fundación ONCE, CRUE Universidades Españolas, el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) y el Real Patronato sobre Discapacidad.

Contar con perfiles diversos en cualquier tipo de organización es sinónimo de riqueza. Lo diferente suma y una sociedad con vistas de progresar es aquella en la que hay espacio para todos. Banco Santander tiene la diversidad y la inclusión entre sus objetivos prioritarios, intentando que esta filosofía tenga presencia en todas las acciones de la compañía. Su misión de contribuir al progreso de las personas de una manera inclusiva y diversa le ha llevado a ser reconocido como el Mejor banco para la Diversidad e Inclusión 2020 por la revista Euromoney.