Carlos Sebastiá, diez horas colgado en un puente en Valencia por la dana: «Ha sido como un tsunami»

Mario Beramendi Álvarez
MARIO BERAMENDI REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

El artista valenciano regresaba a la ciudad después de haber participado en un taller con el gallego Iñaki Martínez Antelo, exdirector del Marco de Vigo, que tuvo la fortuna de volver antes de que se desencadenase la tragedia

31 oct 2024 . Actualizado a las 08:29 h.

Hay instantes que preceden a la tragedia en los que una víctima no es plenamente consciente de la catástrofe que se avecina. Algo así sucedió ayer en Valencia, sobre las ocho de la tarde, en las inmediaciones del nuevo cauce del Turia, diseñado precisamente a raíz de las devastadoras inundaciones que se produjeron en la década de los cincuenta del pasado siglo.

Eran las seis de la tarde cuando Carlos Sebastiá, artista valenciano, volvía conduciendo de Castellón para dejar a las afueras de Valencia al gallego Iñaki Martínez Antelo, exdirector del museo Marco de Vigo, con el que había participado en un taller.

Una tarde como otra cualquiera, nublada, de aire tormentosa, típica del otoño en la cuenca mediterránea. Hacia las ocho, de vuelta, todo empezó a torcerse en el camino a Catarroja, el lugar en el que reside y una de las zonas cero de la catástrofe. Los coches empezaban a apelotonarse, pero el nivel del agua no parecía tan amenazador. Por eso muchos permanecían dentro. Ni siquiera estaba lloviendo. Carlos intentó regresar a su casa, pero no pudo. Y suerte que no lo hizo, porque quizá hubiese desaparecido. En realidad, nadie sabía lo que se venía encima, como si alguien hubiese abierto a escondidas las compuertas de una enorme presa.

«De repente empezó a formarse un embudo de coches y el agua empezó a subir y subir. Dejé mi coche y nos subimos a un puente. Había unas 400 personas. Incluso gente colgada de postes, pero había gente dentro de los vehículos. Pude ver cómo desaparecía mi coche», recuerda Carlos, todavía impresionado por lo vivido en la tarde noche del martes. Permaneció en el puente durante diez horas, hasta las seis de la madrugada.

Por fortuna, su casa se ha salvado. Lo peor, los momentos de angustia hasta saber que su exmujer y su hija se encontraban a salvo. La que fue su pareja le había llamado poco antes de las ocho para advertirle de que tuviera cuidado, que estaban avisando de que había que retirar los coches de los garajes, pero nada más. «Ha sido como un tsunami; el agua ha alcanzado los dos metros de altura en Catarroja», explica el joven artista valenciano.

Carlos ha estado hoy en contacto con el gallego Iñaki Martínez Antelo, que tuvo la fortuna de regresar a las afueras de Valencia antes de que se desencadenase lo peor de la tragedia. «Tengo un tren de vuelta hoy a Madrid, pero está todo cancelado; hay problemas con las comunicaciones y con los móviles y de momento no sé cuándo podré regresar a Galicia», explica el comisario de arte, que en ningún momento pudo imaginarse cómo acabaría el día. Resalta que en Castellón llovía algo, que estaba nublado y amenazaba tormenta, pero nada inquietante. 

Carlos Sebastiá entiende que, dada la magnitud de la gota fría, quizá hayan fallado las advertencias públicas, a pesar de que suelen ser fenómenos intensos y localizados, a menudo muy devastadores. Lo saben en Bilbao, que lo sufrieron con crudeza en la década de los ochenta. Y también en la ciudad del Turia, que había vivido un episodio similar 30 años antes. «No creo que esperasen esa cantidad de agua, porque de lo contrario hubiesen cortado la autovía; había cientos de coches amontonados», explica el artista.