¿Qué hay detrás de la guerra Casado-Ayuso?

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado, en una imagen de archivo.
Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado, en una imagen de archivo. Eduardo Parra | Europa Press

La madrileña quiere tener manos libres para su candidatura en el 2023 y el líder popular no quiere que le marque la agenda política

18 sep 2021 . Actualizado a las 16:30 h.

«Yo nunca eclipsaría al presidente del PP en un evento de esa magnitud. Soy una afiliada más». Eso dijo ayer la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, sobre Pablo Casado y sobre la convención nacional del PP. Pero la realidad apunta a lo contrario. De hecho, dirigentes populares consideran que el daño está hecho y que la convención, concebida como un trampolín para reforzar el liderazgo nacional de Casado, está ya amortizada porque, más que del líder del PP, en esa cita los medios hablarán de Ayuso. Si finalmente no asiste tras su gira por EE.UU., se considerará un desafío a la dirección nacional en toda regla. Y, si acude, ella se convertirá en la protagonista de la convención.

 ¿Cuál es el origen del enfrentamiento de Ayuso con la dirección nacional?

Pese a su reciente y arrolladora victoria en unas elecciones madrileñas adelantadas, la legislatura de Ayuso es de solo dos años. Tiene que presentarse de nuevo en el 2023. Por eso, tiene prisa por asumir la presidencia del PP madrileño para controlar el aparato, manejar las listas a su antojo y no depender de la estrategia y las urgencias de Casado. Por eso pide adelantar al máximo el congreso regional, previsto para mediados del 2022. Algo a lo que Casado se niega, porque no quiere que el discurso que Ayuso enarbolará en ese congreso regional le marque la agenda política cuando se encuentra en su mejor momento. «No puede ser que toque hablar siempre, pero cuando doy un paso adelante, no toca», protestó ayer Ayuso.

 ¿Se opone Casado a que Ayuso presida el PPM?

Trató de evitarlo situando a Ana Camíns como «tercera vía» entre Ayuso y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Pero, tras el gran triunfo de Ayuso el 4M, comprendió que era imposible. Ahora, lo que pretende Casado promocionando el liderazgo del alcalde, al que ya recurrió para deshacerse de Cayetana Álvarez de Toledo, es limitar el control de Ayuso sobre la organización madrileña, clave para su aspiración de ganar las generales, y forzarla a un reparto de poder en el aparato regional y en la elaboración de las listas, autonómicas y nacionales.

 ¿Qué papel juega Miguel Ángel Rodríguez?

La relación entre Ayuso y Casado, que fue quien la designó candidata en Madrid, sigue siendo buena. Pero Casado desconfía de Miguel Ángel Rodríguez, jefe de Gabinete de Ayuso. Cree que trata de desestabilizar su liderazgo porque aspira a llevar a la presidenta madrileña a la Moncloa, como hizo con Aznar. Lograr la presidencia regional sería el primer paso para emular la estrategia de Esperanza Aguirre, que usó ese cargo para desgastar a Rajoy y tratar de sustituirlo en el congreso del PP del 2008.

 ¿Lo «normal» es que presida el PP de Madrid, como dice Ayuso?

Depende. Es cierto que en casi todos los territorios el candidato del PP preside el partido regional. «Es lo mismo que ocurre en otras comunidades y puedo hacerlo perfectamente», dijo ayer Ayuso. Pero en Madrid no siempre ha sido así. Aznar mantuvo un modelo bicéfalo desde 1995, con Pío García-Escudero al frente del partido y Alberto Ruiz-Gallardón como presidente de la Comunidad. Cuando Aguirre llegó a la presidencia de Madrid en el 2003, se enfrentó a Gallardón y exigió controlar el partido. Frente al intento de Rajoy de impedirlo, le aseguró que «arrasaría» en el congreso. Y así fue. Durante ocho años, Aguirre fue presidenta de Madrid y del PP madrileño. Tras la salida de Aguirre y de Cristina Cifuentes, el PP volvió a la bicefalia, con García-Escudero en el partido de forma interina y Ayuso en la Comunidad.

 ¿Por qué irrumpe Esperanza Aguirre en este debate interno?

Ayuso es prácticamente la única dirigente del PP que respeta a Aguirre. De hecho, el liderazgo de Aguirre, basado en no callarse nunca, ir por libre y utilizar un lenguaje popular pegado a la calle, es el modelo de Ayuso. Aguirre, acosada por pasados casos de corrupción del PP madrileño, trata de blindarse teniendo a Ayuso como aliada porque Casado, y muy especialmente el secretario general del PP, Teodoro García Egea, uno de los «niñatos» a los que se refiere Aguirre, ya han dejado claro que no asumen el pasado y que cada palo tendrá que aguantar su vela.

 ¿Qué posición tienen otros dirigentes del PP?

Los barones también recelan de la ambición de Ayuso. Pero nadie toma partido en público. Alberto Núñez Feijoo, el más influyente, y con voz propia, al igual que Ayuso, consideró ayer «normal» que un presidente autonómico «quiera presidir el partido en su comunidad». «Al menos yo lo he intentado», añadió.