La desconfianza marca el intento de acercamiento entre PSOE y Podemos

ander azpiroz MADRID / COLPISA

ESPAÑA

OSCAR DEL POZO | AFP

Desacuerdos sobre Cataluña y la comisión Fernández obstaculizan la cooperación

22 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las heridas abiertas son demasiado profundas como para cicatrizar de la noche a la mañana. PSOE y Podemos han mantenido una guerra sin cuartel durante tres años y, a la vista de los ocurrido esta semana, no parece que se vaya a poder hacer borrón y cuenta nueva con solo un par de reuniones entre líderes o ejecutivas. El pasado lunes, tres semanas después del primer contacto entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tras el regreso del primero al liderazgo socialista, dirigentes de ambas formaciones se encontraron al fin en torno a una misma mesa. El objetivo era sentar las bases para coordinar una oposición conjunta al PP. Pero lo ocurrido en los días posteriores demuestra que no se pasó de una mera declaración de buenas intenciones. A la mañana siguiente, PSOE y Podemos mantuvieron un primer encontronazo a cuenta del registro en el Congreso por parte de la formación morada de una proposición para mejorar las condiciones laborales de los becarios.

Los socialistas, a los que no se informó de la iniciativa el día anterior, pusieron el grito en el cielo al considerar que Podemos se había guardado este as en la manga con el fin de adelantarse a una propuesta similar del PSOE. Los socialistas aceptaron que no era necesario pedir permiso, pero hubiera sido mejor para la relación informar al menos de las intenciones parlamentarias. Jugarreta o no, el PSOE respondió de inmediato. Lo hizo al no prestar su apoyo para que en la declaración final de la comisión Fernández se hiciera una mención expresa al supuesto uso por parte del Gobierno de los recursos de Interior para construir acusaciones falsas contra dirigentes de Podemos, entre los que figura una financiación del partido por parte de Venezuela que nunca se ha podido probar. Según denunciaron fuentes de la formación de Pablo Iglesias, los socialistas no cumplieron con el compromiso que habían adquirido los días previos.

A socialistas y podemistas les une la agenda social. Las medidas de unos y otros en este ámbito o bien coinciden o bien se aproximan lo suficiente para pactar. No obstante, hay otros asuntos en los que la posición de estas formaciones se asemejan lo que la noche al día. La misma finalidad del acercamiento entre ambos partidos es objeto de discusión. El PSOE da por asumido que no existe una mayoría suficiente para derribar a Mariano Rajoy y se marca como objetivo realista derogar su obra legislativa, un acuerdo en el que sí podría contar con el apoyo de Ciudadanos y de, incluso, las fuerzas independentistas. Los de Iglesias, en cambio, consideran que el fin último es presentar una moción de censura con Sánchez como candidato, algo que Ferraz descarta, al menos a corto plazo.

En Cataluña las posiciones son antagónicas. Mientras el PSOE apuesta por una reforma de la Constitución para implantar un modelo de Estado federal y reniega de cualquier tipo de referendo, Podemos defiende que solo una consulta de autodeterminación logrará dejar atrás el actual bloqueo político.

Pero ante todo pesa un problema irresoluble. Pelean por la hegemonía de la izquierda. Y tarde o temprano tendrán que enfrentarse por un mismo electorado. Mientras, los dirigentes de PSOE y Podemos podrán hablar de colaboración, pero se cruzarán miradas de reojo.

Sectores de ambas formaciones cuestionan la colaboración

Aunque Pedro Sánchez y Pablo Iglesias aboguen por el entendimiento no todos en sus partidos lo hacen. En el PSOE, los susanistas recelan del acercamiento y ven intenciones turbias del partido morado, aunque han evitado criticar la oferta de García-Page para incorporar a Podemos al Gobierno de Castilla-La Mancha. Quienes no han escatimado críticas a las negociaciones con el PSOE son los anticapitalistas, la corriente más a la izquierda de Podemos. Su líder en Andalucía, Teresa Rodríguez, aseguró ayer que «no es buena idea entrar en gobiernos con el PSOE subalternizados».

ADRIAN RUIZ DE HIERRO | EFE

Sánchez tiende puentes hacia los barones

r. g.

Pedro Sánchez no quiere repetir la experiencia de su primer mandato, cuando levantó un muro de incomunicación con la mayoría de los secretarios generales de las federaciones del PSOE, y está dispuesto a intentar llevarse lo mejor posible, aunque la empatía con los barones que apoyaron a Susana Díaz es casi inexistente. Con esta idea acudirá a los congresos de los socialistas valencianos, que reelegirán secretario general a Ximo Puig, y de los andaluces, que harán lo propio con Susana Díaz. Si con el barón valenciano la relación de Sánchez es mejorable, con la presidenta andaluza es mala sin paliativos. 

El secretario general del PSOE acudirá el próximo viernes a la inauguración del congreso del PSPV en Elche para dar una idea de «normalidad» en las relaciones, señalaron desde el entorno de Sánchez. El líder socialista habló con Puig el pasado domingo tras su victoria en las primarias de los socialistas valencianos con el 56,7 % de los votos y derrotó al sanchista Rafael García.

El domingo día 30, el secretario general socialista viajará a Sevilla para la clausura del congreso del poderoso PSOE de Andalucía. Susana Díaz será reelegida secretaria general por aclamación al carecer de rival con el que disputar unas primarias. El secretario general del PSOE y la presidenta de la Junta de Andalucía apenas han tenido contacto desde las primarias, salvo un breve encuentro durante el 39 congreso federal del partido en el que evidenciaron su distanciamiento. Díaz, sin embargo, y a diferencia de la anterior etapa, ha respaldado, o al menos no ha criticado y ha tenido la oportunidad, las decisiones de Pedro Sánchez en estos primeros días al frente del partido.