Miguel Pérez-Moneo: «Las primarias solventan conflictos internos y dan estabilidad al partido»

Juan Carlos Martínez REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

«La selección abierta de candidatos nació en Estados Unidos para aligerar el peso de la maquinaria partidista», explica este profesor de Derecho Constitucional, experto en la cuestión de la formación de las cúpulas políticas

14 ene 2017 . Actualizado a las 09:55 h.

Miguel Pérez-Moneo, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Barcelona, es uno de los principales expertos españoles en la cuestión de la formación de las cúpulas políticas. Su libro La selección de candidatos electorales en los partidos (2012) recibió el premio Nicolás Pérez Serrano del Instituto de Estudios Políticos y Constitucionales. El profesor analiza para La Voz por qué en los partidos españoles se están imponiendo las primarias como método para la selección de sus candidatos.

-¿Se han ganado las primarias un halo de pureza democrática?

-Cuando las primarias aparecen en los Estados Unidos de Norteamérica, representan uno de los estandartes del Movimiento Progresista, una corriente de regeneración de la vida política que estaba interesada en un Gobierno «honesto y bueno», sometido a un gran control por parte de los electores. Las primarias abiertas (aquellas en las que puede participar toda la ciudadanía), pensaban, aligerarían el peso de la maquinaria partidista, acostumbrada a actuar de forma despótica y ajena al control de los órganos judiciales.

-¿También en España se dan estos motivos?

-La irrupción de las primarias en España se ha producido en casos en que la organización de un partido no ha tenido la capacidad de resolver a través de los mecanismos establecidos graves conflictos internos y llamaba al selectorado (normalmente la militancia y simpatizantes) a solventar una cuestión espinosa; o cuando distintas facciones internas se disputaban el control del partido y servían entonces para encontrar al candidato que mejor representaba al partido o coalición electoral en su conjunto. También cuando tenemos partidos con escasa organización interna, por ejemplo, por ser de reciente creación, que tienen que ganar visibilidad. O ante dolorosas derrotas en las urnas, como estrategia electoral.

-¿Cree que las primarias aportan mayores garantías democráticas que otros métodos?

-Las primarias son difícilmente manipulables, ya que quienes participan utilizan el voto secreto, personal y directo. En este sentido, pueden revisarse aspectos materiales y formales, cosa que resulta más complicada en una convención o en una asamblea en la que se expresa la voluntad directa de la afiliación. Como es obvio, la regulación del procedimiento de las primarias ha de ser aséptico y garantizar la neutralidad de la dirección del partido en la competición. En apariencia, las primarias no están controladas por los dirigentes de los partidos, gran crítica que se hace a las convenciones. No obstante, no eliminan totalmente la influencia de caciques locales o de la maquinaria de los partidos. Incluso, en algunas ocasiones, pueden potenciar la posición de dominio de estos, ya que las facciones con una organización más eficaz pueden colocar a sus aspirantes en las elecciones primarias y dificultar la presencia de competidores (como cuando monopolizan los avales necesarios para concurrir). De esta manera, las primarias servirían para blanquear o legitimar al candidato, pero no como herramienta de participación.

-¿Cuándo son más útiles para los partidos?

-Las elecciones primarias muestran que pueden incorporarse soluciones democráticas a los conflictos internos de los partidos, contribuyendo a proporcionar estabilidad interna a la organización. Pueden facilitar el establecimiento de otros mecanismos de participación en el seno de la organización y hacer más transparentes sus procesos internos de toma de decisiones.

-¿Están nuestros partidos preparados para asumir esa selección externa de sus líderes?

-Desde mi punto de vista, la mayor objeción a las primarias es que no son consistentes con el modelo representativo de democracia que impera en nuestro país, con un sistema parlamentario en el que, en principio, predominan la deliberación y la representación para la toma de decisiones. Así, se ponen demasiadas esperanzas en las decisiones del pueblo, sin tener en cuenta la necesidad de un debate sosegado y reflexivo sobre los complejos retos a los que se enfrentan las sociedades modernas. Y el sistema, además, tiene sus riesgos, como el de que puede provocar una bicefalia en el interior del partido, entre el candidato electoral, elegido a través de un procedimiento visiblemente democrático, y el dirigente ejecutivo que haya llegado por otro sistema de elección.

Una duda básica: ¿Quién paga las elecciones internas de las formaciones políticas?

Las dudas que plantea la elección directa de candidatos o de líderes en los partidos son muchas y diversas, pero la más básica tiene que ver con la economía. ¿Quién paga las primarias? Hasta ahora, los propios partidos, pero si llegara a generalizarse el sistema, y a regularse por ley, también debería establecerse una fórmula fija para financiarlo.

En los países escandinavos, la ley ofrece a los partidos un estatuto tipo para organizar las elecciones y, en correspondencia al mandato para seguir ese procedimiento de designación de líderes, brinda también financiación.

Para el profesor Pérez-Moneo, «el principal problema que tiene un partido político a la hora de plantear un sistema muy abierto es quién lo paga». Según señala, el caso de las primarias del PSC para elegir candidato a la alcaldía de Barcelona en el año 2014 es paradigmático. «Allí -dice- la jugada les salió mal, han perdido dinero, que era además la objeción principal que ponían a las primarias: su coste».

En aquella ocasión, se abrió un censo electoral en el que se inscribieron 21.000 personas, no solo militantes ni simpatizantes, sino cualquier ciudadano mayor de 16 años que se comprometiera a respetar el código ético de la formación. Para votar, además, debían pagar un euro. Finalmente votaron 7.400 personas, una cantidad exigua para el despliegue electoral montado: 30 locales con urnas, cerca de 200 personas movilizadas para controlar el proceso, unos 36.000 euros gastados por los cinco aspirantes y bastante más para la organización de las votaciones.

Pérez-Moneo cree recomendable estudiar el sistema que se utiliza en Chile: el Estado propone una fecha para las primarias en todos los partidos, que las celebran a la vez, y asume el coste del proceso.