«Doce horas esperando a que nos remataran»

M. S. P. MADRID / COLPISA

ESPAÑA

JAWAD JALALI | EFE

Los policías supervivientes del ataque contra la Embajada española dan cuenta de un «infierno»

13 dic 2015 . Actualizado a las 09:27 h.

Buenos días, señores. No sé qué tipo de información o noticias han circulado (por España) pero lo que ha pasado es que los talibanes han perpetrado un ataque directo contra la Embajada española. Han explotado un coche bomba contra la puerta que ha arrasado media manzana y han entrado a continuación disparando». Así comienza uno de los whatsapp a sus compañeros de uno de los siete policías supervivientes al asalto terrorista a la legación diplomática durante el viernes y la madrugada del sábado.

Los mensajes de este funcionario, y de otros tres más de los policías supervivientes, describen el «infierno» que ellos, con parte del personal civil de la legación, vivieron durante toda la noche afgana. «La embajada es un campo de guerra, coches calcinados, muertos», escribe uno. «Doce horas de ráfagas asaltos y granadas sobre nuestras cabezas... Ha sido la peor noche de nuestra vida», en palabras de otro de los funcionarios. Todos ellos, casi en directo, narraron a sus compañeros y a la Dirección General de la Policía su calvario, escondidos en un búnker con la puerta rota, sabiendo que había bajas entre sus compañeros y esperando a que las fuerzas especiales de Estados Unidos, Noruega, Afganistán y el Reino Unido pusieran fin «a la peor pesadilla que puedes imaginar». «Han sido doce horas esperando que entraran a rematarnos», relata en un correo electrónico uno de los policías que intentó hacer frente a los terroristas.

Coche bomba

Todo empezó a las 14.00 horas (hora peninsular española), 17.30 horas en Kabul. Un coche bomba conducido por un terrorista suicida se estrelló «contra la puerta» de la Embajada, situada en la calle principal del barrio de Shirpur, fuera de la ultraprotegida zona verde, donde el tráfico sí está restringido. Dentro de la misión diplomática -«que quedó destruida» de inmediato, según escribe otro de los funcionarios- había más de una decena de personas. Entre ellas, nueve policías y dos trabajadores afganos. «La explosión rompió todo el perímetro y dejó la embajada inservible». La onda expansiva «que arrasó media manzana» alcanzó de lleno a varios miembros del equipo de seguridad exterior (todos afganos) que patrullaban en la calle. «A Gabi (Isidro Gabino San Martín) le pilló también», relata otro agente.

Gran boquete

La bomba, como pretendían los atacantes, abrió un gran boquete en el muro, cerca de la casa de huéspedes que la Moncloa señaló en un inicio como objetivo de los terrorista, y por ese hueco accedieron al recinto tres talibanes armados con armas largas y lanzagranadas. Entraron del tirón. Lo tenían más que estudiado», se lee en otro mensaje. «Al oír las primeras ráfagas desde el búnker donde están nuestras habitaciones, cogimos las armas y cerramos la puerta. La otra puerta de escape quedó dañaba por la onda expansiva y no la pudimos cerrar, así que el sitio no era seguro», describe otro agente.

Las críticas por la falta de seguridad del refugio se repiten en los mensajes: «Puerta supuestamente de seguridad que no cerraba con la explosión», apostilla un tercero. Fue entonces, en el búnker, cuando los policías se dieron cuenta que faltaba el subinspector Jorge García Tudela. Aunque su móvil daba señal, él no respondía. Su cuerpo sin vida había quedado tendido en el aparcamiento exterior, entre los escombros del anejo, pero sus compañeros no lo sabían. Por ello, dos decidieron ir a rescatarle con la esperanza de que estuviera todavía vivo.

La emboscada

Pero los terroristas estaban esperando precisamente eso. «He sobrevivido». Estremece el relato del policía que salió con San Martín para rescatar al subinspector. «He sobrevivido. Al compañero me lo mataron a cinco metros. Al compañero le dispararon mientras salíamos a ver si el ?Subi? estaba vivo. Yo estoy vivo porque me parapeté y salí corriendo». Tras la fallida operación de rescate, los agentes, con San Martín desangrándose y herido de muerte, decidieron no volver a salir del dañado búnker y esperar el rescate o la muerte a manos de los terroristas que se habían enseñoreado de toda la legación desde sus puestos privilegiados en las azoteas. Afortunadamente, sí hubo rescate, aunque demasiado tarde para San Martín, que murió de camino al hospital.