Los confines de la libertad

Tino Novoa EN LA FRONTERA

ESPAÑA

03 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo está en Internet. A la Red se fue Andreas Lubitz para preparar su asesinato en masa, y de ella se alimentan los yihadistas. Y aunque sea fácil caer en el tremendismo de destacar solo lo malo, lo cierto es que sin la Red sería imposible el avance científico, y la mejor prueba es que el hipertexto, el sistema de conexión de documentos en el que se basa Internet, lo creó un científico del CERN. La última revolución del ser humano es la del conocimiento, indisociable del gigantesco salto en la gestión de las enormes cantidades de información almacenada. En un día generamos unos tres trillones de bytes (la unidad de información con sentido), equivalente a la acumulada en los 2.000 años precedentes. La frontera del conocimiento la delinea el big data, esto es la capacidad de gestionar y hacer previsiones en base al procesamiento y análisis de toda esa información.

Estas herramientas han alcanzado tal nivel de perfección que son capaces de prever nuestras reacciones mejor que nosotros mismos. Porque conviene tener muy presente que se alimentan de los datos que nosotros proporcionamos, ya sea indirectamente, con nuestras llamadas y uso de los móviles (y en un futuro inmediato con los aparatos conectados), o directamente, con lo que escribimos en las redes sociales y en Internet. Las nuevas tecnologías han derribado puertas y tendidos puentes que nos han liberado y permitido una capacidad de comunicación inimaginable hace no mucho. Pero en esta vida nada es gratis. Y debemos ser conscientes de que todo lo que decimos y hacemos queda registrado y es controlable. Ahora y para siempre. El gran problema es que esa intervención, análisis y gestión de datos se está haciendo sin un control legal y judicial adecuado, como puso de manifiesto Snowden. Interior está en su obligación de extremar la vigilancia para prevenir las grandes acciones criminales. Lo peligroso es que lo haga bordeando los límites de la ley y burlando la acción judicial al aprovecharse de la indefinición regulatoria y el vacío legislativo respecto de las nuevas formas de comunicación. Está en juego nuestra libertad.