Le toca mover ficha a Rajoy

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

La manifestación multitudinaria que recorrió Cataluña pone en jaque a Rajoy, a quien corresponde mover ficha...

14 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Como algunas jugadas le salen bien sin mover un dedo, Mariano Rajoy puede convencerse de que los problemas se resuelven solos. Tenía un problema en el Ayuntamiento de Madrid, de donde debía descabalgar a Ana Botella, esposa de Aznar, para dar paso a candidatas con más posibilidades de ganar -Esperanza Aguirre, Soraya Sáenz de Santamaría o incluso Cristina Cifuentes, actual delegada del Gobierno en Madrid- y sin hacer nada ha evitado el asalto: Botella dimitió sin que Rajoy la empujara. No aguantó la presión continua por incidentes varios -fallecimiento de dos ciudadanos por caídas de ramas de árbol en Madrid- y, sobre todo, por la muerte de las cinco adolescentes en el Madrid Arena y su marcha al día siguiente a un spa en Portugal.

Pero no siempre será así. No hacer nada en relación a la manifestación multitudinaria que recorrió el pasado jueves las calles de Barcelona puede ser mortal para Cataluña y para España. No estamos discutiendo la votación del 9-N y toda la tensión acumulada a su alrededor. Hablamos del día siguiente de esa fecha, sin duda difícil, en el que existe un riesgo evidente de incidentes graves. Si se escucha a Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana, «si se tienen colegios, urnas, censos y votantes, solo la fuerza puede impedir la votación». Es verdad que no se dispondrá de colegios y censos en todas las ciudades, porque muchos alcaldes no querrán vulnerar la ley. Pero bastará el intento de votación en algunas localidades para captar la ansiada fotografía para proyectar al mundo con este titular: «A los catalanes no nos dejan votar, por la fuerza». Y que Dios y la Virgen de Montserrat, como su delegada en el territorio, nos amparen ese día para que no haya un incidente grave con una o más víctimas. Algún dirigente sueña con esa circunstancia, como susurró a los suyos en la intimidad partidaria.

Pero superado ese día, con fotografía o sin ella, es a Mariano Rajoy a quien corresponde mover ficha. Un altísimo directivo bancario catalán, no independentista, aseguraba al día siguiente de la manifestación que «ahora es el turno del Gobierno de Madrid. No hacer nada sería una grave irresponsabilidad». Santi Vila, consejero de la Generalitat, el primero que se atrevió a declarar públicamente que ante todo habría que respetar la ley si el Tribunal Constitucional paraliza la consulta, y al que la radio pública catalana le pidió por ello la dimisión, ve todavía «alguna posibilidad de diálogo y solución si Rajoy se mueve».

Antonio Hernando, nuevo portavoz del PSOE en el Congreso, detalla el proceso así: «Rajoy no querrá hacer nada antes del 9-N y se entiende. Está en el no a la consulta y no hay más. Pero al día siguiente debe abrir el diálogo con Cataluña y con todas las fuerzas políticas. No solo por el asunto catalán, la Constitución merece ser reformada. Y esa reforma debe ser votada en toda España». Pedro Sánchez es explícito sobre la cuestión: «Hoy día, tal como está, el Estado de las autonomía es un lío y hay que ordenar bien quien tiene las competencias, si los ayuntamientos, los gobiernos autonómicos o el de España. Y convertir el Senado en una cámara territorial o cerrarlo». Para Hernando, el año 2015 es vital: « O se afronta esa reforma de la Constitución que incluya todas las medidas necesarias para regenerar la vida política, o nos vamos al 2019. Y en ese tiempo puede pasar cualquier cosa grave».

En Cataluña hay dos elementos fundamentales de los últimos días: la amplitud de la manifestación ciudadana, desde luego, y la fricción creciente entre Convergència, el partido de Artur Mas, y Esquerra Republicana, que ha llamado a la desobediencia civil si no se puede votar el 9-N. Convergència cree que se ha traspasado una línea roja y no quiere campañas de insumisión. Atentos a esa discrepancia, porque es el primer indicio apreciable y suficientemente serio de una divergencia en el frente independentista. Pero que acabará sirviendo de poco si Rajoy sigue empeñado en no comparecer en este conflicto haciendo lo que de él se espera, como presidente del Gobierno de España: política. Política, sin más.