Un tiempo nuevo

Tino Novoa EN LA FRONTERA

ESPAÑA

29 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La historia se escribe a menudo con pequeños pasos que desencadenan grandes transformaciones. Unas buenas, otras no tanto y algunas rematadamente malas. La crisis económica ha acabado por pasar factura en todos los órdenes de la vida, que es lo que sucede cuando se trastoca el sistema de valores. El sufrimiento ha elevado, y mucho, el nivel de exigencia de los españoles. Consigo mismos, pero muy especialmente con la cosa pública y quienes la gestionan. La transparencia, la ejemplaridad y la honestidad son los principios mínimos exigibles. Y no basta con proclamarlos. Los ciudadanos ya están escarmentados del cinismo dominante. Hay que demostrarlos en la conducta del día a día. Por eso no hay regeneración posible sin renovación, sin ruptura con el pasado, porque este tiempo nuevo exige un pasado sin mácula. Es lo que no entendió el PSOE cuando mantuvo a Rubalcaba para pilotar la transición. Ha tenido que sufrir el duro correctivo de las europeas para asumir que no hay futuro sin ruptura. Consecuencia: dos años perdidos. Los mismos que desperdició don Juan Carlos antes de interiorizar que no le quedaba otra que ceder el testigo para preservar la monarquía.

El primer paso de calado del nuevo rey prueba su sintonía con la sociedad a la que representa. Las medidas anunciadas son la palanca necesaria para transformar la Corona y adaptarla a las exigencias de la España del siglo XXI. Y bueno es que la institución que la simboliza dé ejemplo. Ahora ya solo falta que quienes aún mantienen adherencias de su negro pasado se libren de ellas. Como Convergència. Son las exigencias de un tiempo nuevo.