Un puñetazo en la mesa

Tino Novoa EN LA FRONTERA

ESPAÑA

21 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

¡Hasta aquí hemos llegado! El PP ha conseguido hartar al juez Ruz, que hasta ahora había demostrado una paciencia infinita en la instrucción del caso Bárcenas. Con su puñetazo en la mesa, el juez ha puesto en evidencia la actitud obstruccionista de los populares y ha dejado al desnudo el cinismo de unos dirigentes que justifican sus decisiones con un discurso moralizante que se contradice con la realidad, como si ellos fueran ajenos a esta. Es ese mundo virtual en el que parece instalado Mariano Rajoy desde que accedió al poder, hace ahora dos años. No es porque haya venido haciendo en muchos casos lo contrario de lo que prometió, como él mismo ha reconocido. Sino porque lo prometido, cuando lo prometió, no se compadecía con la realidad, que no era muy distinta de la esperada por cualquiera con un mínimo de conocimiento y sentido común.

Y en esas seguimos. Porque ayer mismo, el presidente aseguraba que había dado órdenes de colaborar con el juez. De entrada, es lo que corresponde, por principio y por ley, a cualquier ciudadano. Porque solo los acusados tienen derecho a mentir. Y con más razón aún debería ser la actitud, motu proprio, de aquellos en quienes los ciudadanos han entregado las riendas del país.

Pero ocurre que la realidad contradice una vez más al presidente, ya que la drástica decisión del juez es consecuencia de los continuos engaños por parte de los dirigentes del partido. Han borrado y hecho desaparecer discos duros, han ocultado información y han hurtado documentos al juez que, sin embargo, han entregado a la Fiscalía en una maniobra que, de paso, pone en entredicho a esta. Un conjunto de comportamientos obstruccionistas que no solo alimentan la sospecha, sino que son incompatibles con la conducta exigible a quienes cada día apelan a la confianza de los ciudadanos. Este tipo de actitudes quiebran el contrato invisible que compromete a los políticos con sus representados, y es causa del creciente desprestigio de la política.

Ante esto no sirve mirar para otro lado, como hizo ayer Sáenz de Santamaría. Porque el presidente del Gobierno lo es también del PP y, por lo tanto, no es ajeno a las decisiones del partido. Y porque la regeneración democrática a la que apeló es antes que de leyes una cuestión de conciencia. Y mal empezamos si se aprueban medidas intentando hacer tabla rasa del pasado. Rajoy debería responder al puñetazo en la mesa de Ruz con otro en su partido para remover los obstáculos a la colaboración con el juez y depurar responsabilidades por el obstruccionismo anterior. Solo con el ejemplo será creíble. Es momento de demostrarlo.