Luis Bárcenas cumplió ayer 56 años. Una fecha señalada en la que el extesorero del PP no varió un ápice la rutina que ha seguido durante, precisamente, los 56 días que lleva recluido en el módulo IV del penal de Soto del Real. El juez Pablo Ruz, que instruye la causa sobre la financiación irregular de la formación conservadora, decidió enviarle a prisión el pasado 27 de junio al entender que existía riesgo de fuga y destrucción de documentos.
Para el día de su cumpleaños, Bárcenas no tenía prevista ninguna comunicación con el exterior, ni tan siquiera por vía telefónica. El único vis a vis que su régimen penitenciario le permite mantener cada mes tuvo lugar la semana pasada. Su esposa, Rosalía Iglesias, pasó tres horas junto a su marido en la habitación que el centro dispone para los encuentros privados de los internos.
La jornada se vivió en la prisión madrileña con normalidad. Desde su encierro, Bárcenas pasa los días como cualquier otro recluso. Aunque no se ha implicado demasiado en las actividades mantiene buena relación con sus compañeros, como se pudo comprobar en las declaraciones que dos de estos realizaron el pasado 3 de julio, en las que calificaron al extesorero como «un tío majísimo». El único capricho que mantiene son los puros. En ellos gasta gran parte de los 80 euros semanales que tiene asignados como peculio.