Una vida sorteando el drama

Gracia Novás REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Sus malogradas relaciones han ensombrecido su éxito artístico

17 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La vida de María Isabel Pantoja Martín (Sevilla, 1956) es digna del mejor drama clásico o de un culebrón venezolano. En todo caso, el biopic estrenado hace un año en Telecinco no refleja ni de lejos a la tonadillera en toda su grandeza. Mientras esa inspiración no llega, sus inflamadas canciones -como la mítica Marinero de luces, de José Luis Perales, o las de Juan Gabriel- han dibujado un relato paralelo de las pasiones y los sinsabores de su atribulada existencia. Nacida en un clan de bailaores y cantaores, con 7 años ya había subido a un escenario, en un homenaje a Juanito Valderrama. Al poco se puso a trabajar con su primo Chiquetete para contribuir al maltrecho sustento de la familia. De pensión en pensión, enseguida se vio que era una coplera de talento natural. Con 24 años coincidió en Jerez con Paquirri. Hay quien dice que hubo flechazo, otros que el torero se condujo por despecho a su primera esposa, Carmina Ordóñez. Y apenas tres años después llegó la boda, ceremonia por todo lo alto que ya entonces la situó como estrella del papel cuché.

Pero el salto cualitativo llegó de la mano de la tragedia. Porque el matrimonio fue muy breve, únicamente con tiempo para la alegría del primer hijo, Kiko Rivera, Paquirrín. Solo año y medio más tarde del casorio, con un niño de meses, el 26 de septiembre de 1984, una corrida de toros en el coso cordobés de Pozoblanco puso trágico final a aquel romance. Avispado, cuarto astado del festejo, seccionó las venas safena y femoral al torero: segó la vida al diestro de Barbate con solo 36 años y confirió a Isabel el título de viuda de España, condición que, quizá favorecida por la rentabilidad de la imagen, nunca ha podido superar del todo, al menos a los ojos de su fiel público. El arrollador éxito de Marinero de luces quizá sea la mayor prueba de esa comunión con el destino trágico.

La viudez la apartó de recitales y discos. Pero no tardó en regresar a las portadas de revistas del corazón rodeada de rumores sobre una relación homosexual con la popular locutora de radio Encarna Sánchez, que habrían zanjado los celos de la periodista hacia otra reina de la copla: María del Monte. La comunidad gay, dejó dicho la Pantoja, es clave para las folclóricas.

Su rol protagonista en el filme Yo soy esa (1990) contribuyó a relanzar su carrera. Años más tarde, en el 2004, se confesaba rejuvenecida tras mostrarse exultante con su nueva pareja, el exalcalde de Marbella Julián Muñoz. Pero los líos fiscales se desataron muy pronto. «Dientes, dientes, que es lo que más les jode», aconsejaba a Muñoz en un intento de disimular su vulnerabilidad ante el acoso de la prensa rosa poco antes de que estallase el caso Malaya.

Isabel Pantoja Tonadillera