Muchos recortes, pocas reformas

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Felipe González ve tendencias caciquiles en el Gobierno.
Felipe González ve tendencias caciquiles en el Gobierno.

En el propio PP hay quien admite que están por hacer los cambios

29 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

En plena crisis económica de los 80, el joven economista Antón Costas presentó un estudio a su maestro Fabian Estapé anunciándole el contenido: «Profesor, aquí demuestro que la crisis ya ha tocado fondo». El siempre ocurrente Estapé respondió: «Muchacho, no olvides que en el fondo siempre se puede escarbar». Algo así sucede ahora. Bajamos un piso más en las estadísticas de decrecimiento y de paro y descubrimos enseguida que no habíamos llegado al final.

Suerte de las catorce palabras pronunciadas por el presidente Mario Draghi: «El Banco Central Europeo hará lo necesario para preservar el euro. Y será suficiente.» Por arte de magia, el euro reflotó y España, y de paso Italia, respiraron. Poco antes, el ministro de Exteriores, García Margallo, hablaba de «clandestinidad del BCE». Y su secretario de Estado para Europa, Íñigo Méndez de Vigo, emitía un comunicado criticando al Consejo Europeo que implicaba a los gobiernos francés e italiano y era desmentido inmediatamente desde París y Roma. Rajoy realmente tiene unas tropas poco disciplinadas para una delicada misión propia de soldados de élite. En lo económico, Montoro y De Guindos; en Exteriores, los dos personajes citados. Cuando se producen estos desaguisados arrecian los rumores de un reajuste gubernamental que podría incluir la llegada de un vicepresidente económico. Al principio pareció que Rajoy asumía esa responsabilidad, pero día a día se demuestra su conveniencia. Es mucha crisis para andar con una plantilla escasa que incluya algunos jugadores de categorías inferiores.

Pero todo lo que estamos viviendo, aprendiendo a comprender que se acabó una época y que comienza otra, es producto solo del malestar por los recortes y no de una reacción por las reformas. Un experto en organización de la Administración Pública, destacado militante del Partido Popular, diagnostica la situación pidiendo el anonimato: «Si por lo menos se estuviera reformando las administraciones, cualquier conflicto, o incluso la calle incendiada, se soportaría mejor. Lo malo es que todo está por hacer. No hemos pasado aún de los recortes. Ya veremos si hay valor para hacer la reformas tan necesarias.»

Para Felipe González, se hace poco y al revés: «Se está atacando permanentemente a las comunidades autónomas cuando esta es la estructura racional del Estado que nos dimos en la Constitución. Donde haya excesos que se corrijan. Pero lo que sobra son las diputaciones, cuyo gasto principal son sus propios funcionarios, y no las comunidades». ¿Interpreta con ello que este Gobierno tiene una inclinación jacobina», le preguntamos. «Jacobina no, caciquil.»

Con ese cuadro, solo falta la amenaza de que el 18 de agosto comience la Liga sin partidos televisados. Algunos teóricos vienen prediciendo un estallido de indignación popular y aventuran hipótesis: primero con los recortes a los funcionarios, después cuando las columnas de mineros entraran en Madrid. Atención al fútbol televisado en un país en el que también hay burbuja futbolística. De un lado, los clubes no admiten que el pago por derechos de retransmisión entre los dos grandes y el último sea de proporción diez a uno cuando en el Reino Unido es de tres a uno. Por otro lado, la tercera guerra del fútbol, ahora entre Media Pro y Canal Plus, arde en los despachos, los medios y los juzgados. Si el resultado es que desaparezca el partido en abierto, o que quede solo para los encuentros más irrelevantes, o tal como está ahora, que a veinte días de comenzar la Liga no haya partidos televisados, vayan a saber si no estamos incubando el estallido temido.