«Lo difícil no es dormir a un paciente, lo difícil es que vuelva»

ESPAÑA

Javier Losada, candidato al Senado del PSOE por A Coruña, dice que los socialistas dan la cara también en los momentos malos

17 nov 2011 . Actualizado a las 15:42 h.

«¡Buenos días, alcalde!», le espeta una mujer ajena quizá -o no, la ironía es libre- a que las municipales de mayo las ganó en A Coruña Carlos Negreira. A Javier Losada de Azpiazu (A Coruña, 1955), candidato socialista al Senado, se le nota en las chiribitas de los ojos que no le desagrada lo de «alcalde», como tampoco le molesta que lo confundan, aunque sea de lejos, con Alfredo Pérez Rubalcaba; a fin de cuentas, ambos están calvos, ambos son barbudos y ambos piden que los voten el 20-N.

-¿Ha salido escaldado de la primera línea de la política local?

-No, al contrario. No hay más orgullo que haber sido alcalde de tu ciudad, y han sido casi siete años maravillosos; más experiencia, más conocimiento y, sobre todo, más convencido de que los políticos tenemos que dar un giro radical. La crisis no es solo económica.

-¿Le pasa mucho esto de que le llamen alcalde por la calle?

-Sí, y me llena de orgullo. O cuando te dicen: «¡Cuánto lo echamos de menos!». Creo que la gente empieza a darse cuenta de que no es lo mismo quién gobierne; de que no es lo mismo el bienestar que el malestar; de que no son lo mismo los derechos que la derecha. Eso es lo que se juega el día 20.

-A Bugallo, el exalcalde de Santiago, también le pasa...

-Porque ha sido un gran alcalde. Y a Odón Elorza. Los ciudadanos saben muy bien lo que hacen los alcaldes. Evidentemente, las vorágines electorales traen consigo vuelcos.

-¿Se llevó el gran disgusto en las municipales o lo veía venir?

-Ni disgusto ni lo veía venir. Veo la política como una carrera de plazos, puedes ganar y perder. Yo gané unas elecciones y perdí otras. Hay que tener la cabeza muy fría, no echarle la culpa a nadie y no ponerle ningún palo al siguiente alcalde.

-Estaba pensando que usted es anestesiólogo. No hay mucha diferencia a veces entre los políticos y los anestesiólogos, puestos a dormir a la gente...

-Lo difícil no es dormir a un paciente, lo difícil es que vuelva [carcajada]. Hay que conocer el arte de despertar.

-Ya en términos estrictamente médicos, ¿volverá algún día a dormir a alguien?

-Lo he hecho estos años, quiero estar formado [explica que, pese a la política, no ha perdido el contacto con la medicina]. Lo que ocurre es que Rubalcaba me pidió que liderase estas elecciones en A Coruña y no me pude negar; le debo toda mi vida política al partido. Los socialistas damos la cara, en los buenos momentos y en los malos.

-Lo malo de dar la cara es que, aunque sea en sentido figurado, se la pueden partir...

-Yo creo en la democracia. Las cosas fáciles las hace cualquiera y, en este momento, estamos en una situación muy compleja. Es posible que los progresistas, que son más, puedan no ir a votar; entonces le estamos dando un cheque en blanco al PP.

-¿Ha querido quedar para su entrevista en la librería Nova Colón por alguna razón?

-Porque me gusta mucho leer, me gusta mucho el tacto del papel. Detrás de las letras que un escritor plasma en un papel hay emociones. Y yo tengo la suerte de tener unas grandes asesoras aquí.

-Asesore pues...

-El otro día recomendé por Twitter La nieta del señor Linh, de Philippe Claudel, un pequeño librito que habla de la soledad del inmigrante y de la capacidad de dialogar en idiomas diferentes.

-Me contó siendo alcalde que su padre [tiene 86 años y es ciego] era sus ojos en la ciudad...

-Ahora ya no me hace listados de los baches, pero es mi ordenador personal, mi agenda. Cuando me levanto me hace un resumen de prensa de lo que escucha en la radio.

-Sí que recuerda a Rubalcaba...

-Nos tomamos de broma él y yo y nos decimos: «Tenemos que portarnos bien donde estemos, que nos pueden confundir».