La ola popular puede arrasar en mayo

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

El PSOE tiene todas las papeletas para perder el Gobierno catalán, antesala de lo que puede ser una derrota total en las elecciones autonómicas y municipales del 2011

19 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El desalojo de socialistas en el poder comenzará el 28 de noviembre en Cataluña. Tendrían que caer tormentones como el del viernes en Barcelona, pero políticos, para que Artur Mas no sea presidente de la Generalitat antes de que acabe el año. La hipótesis de la sociovergencia ya la aceptan los socialistas como mal menor, pero Mas no la quiere y el PP está atento para facilitar la investidura con su abstención. Los favores se los devolverían a Rajoy en Madrid.

La victoria de Mas se da por descontada en el PSOE en Ferraz. Lo que más inquieta ahora es el 22 de mayo. Con trece Gobiernos autonómicos en juego, el PSOE puede perder algunos y también ayuntamientos por doquier. «Guillermo Fernández Vara aguantará en Extremadura», afirma convencida su vicepresidenta, Lola Pallero, pero la ola popular viene muy fuerte. En Castilla-la Mancha, una colaboradora de Barreda casi se ofende al preguntarle si María Dolores de Cospedal puede ganar, pero las encuestas advierten que se decidirá en los penaltis. En Asturias, el PP avanza hacia lo que parece una escisión, porque Rajoy no le aguanta la presión a un Álvarez Cascos convencido de que puede ganar. En Aragón, Marcelino Iglesias se marcha y deja a Eva Almunia como heredera. «Lo supe porque ya no le brillaban los ojos, y esto es muy duro de aguantar sin entusiasmo», sostiene Fernández Vara, que ejerció como médico hasta los 35 años. Los regionalistas del Par cambiarán de alianza. Esa es la estrategia cántabra de José Ángel Biel si los populares le dan la presidencia aunque no gane.

En Baleares, liquidada la Unió Mallorquina en los juzgados, el PP aún con imputados varios, aspira a la mayoría absoluta, con lo que los socialistas podrían perder otra comunidad. En Canarias ganaron hace cuatro años, pero no gobernaron; y en Madrid todo apunta a que decidirá Rosa Díez, que puede obtener entre 5 y 7 escaños. Podría abstenerse para facilitar que Esperanza Aguirre gobierne. Andalucía, por suerte para Griñán, no va a elecciones, y en el resto el poder popular ya es indiscutible: Murcia, La Rioja, Valencia y Castilla y León.

El otro golpe puede llegar en los ayuntamientos. Bailan, con tendencia al cambio, Barcelona, Sevilla, Santiago, Cáceres, Las Palmas, Segovia y Soria, entre otras capitales. Es muy difícil ganarle a un edil que lo haga bien, pero cuando la ola de cambio, en este caso favorable al PP, es tan fuerte, todo puede suceder. Antes, Zapatero sumaba y ahora, en el mejor de los casos, no resta.

La situación económica va algo mejor: el crédito país recupera posiciones y el mercado inmobiliario da signos de que algo se mueve. Pero el Gobierno de Zapatero ha conseguido convertir en sinónimo dos conceptos: «decidir» y «rectificar». Se lo espetó Felipe González con esa mala sombra que a veces no puede contener: «Rectificar es de sabios, pero rectificar constantemente es de necios». El último ejemplo, el almacén nuclear.

Nuevo Gobierno

Todo indica que los Presupuestos Generales del Estado se salvarán, sobre todo si se encuentra la forma de no desautorizar a Patxi López. Pero ZP debe dar un golpe de timón en su Gabinete que si no alcanza la categoría de renovación -porque a ver quién acepta un ministerio en estas circunstancias-, que sirva al menos para reorganizar carteras. Manuel Chaves puede absorber Trabajo e Inmigración cuando se marche Corbacho, y Gabilondo, desde Educación absorber Cultura. «En el Consejo de Ministros del viernes 8 de octubre con alguna probabilidad debería sentarse el nuevo Gobierno, o al menos serviría para despedir a los que se van», sostiene un secretario de Estado. Habrá pasado entonces la huelga general, lo que liberaría a Corbacho, y también las elecciones primarias de Madrid, disponiendo del dato sobre si Trinidad Jiménez está llamada a otras misiones electorales. José Blanco y Pérez Rubalcaba todavía creen que eso es posible y que Tomás Gómez, al que José Oneto ha descrito como el nuevo Zapatero, puede perder las primarias.