Blanco y López: nuevo estilo PSOE

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Los socialistas vascos han optado por la calma ante los malos modos de los nacionalistas, mientras el ministro de Fomento mima el diálogo con las autonomías

10 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La hábil respuesta del Partido Socialista de Euskadi a los desplantes nacionalistas hacia el nuevo lendakari Patxi López está sorprendiendo positivamente en el País Vasco. «Que no acudiera el presidente del PNV Íñigo Urkullu a la toma de posesión de Patxi en Guernica, es inadmisible», concede un empresario alavés. «Que algunos nacionalistas no aplaudieran y se marcharan sin saludar al lendakari no es de recibo», narra una periodista de la televisión vasca que destaca, sin embargo, que sí lo hizo Joseba Egibar, portavoz del sector más próximo a Arzalluz. «Ante los desplantes, pongamos tacto en vez de enfados», parece ser la consigna con la que se maneja el PSE. Sus portavoces destacan que sí hubo nacionalistas en Guernica sin la cara enfurruñada de Ibarretxe, que allí estuvieron Ardanza y Garaikoetxea, charlando con Ramón Jáuregui, y que en la última toma de posesión de Ibarretxe faltaron la mitad de los parlamentarios socialistas, por lo que no hay que dramatizar.

Hay más: una periodista más bien nacionalista, aunque no militante, no sale de su asombro al haber sido sondeada para trabajar en el gabinete de una consejería del Gobierno de Patxi López. «No sé en que quedará esto, pero ya tengo bastante para ver que si lo que se valora es solo la profesionalidad, las cosas pueden ir muy bien», sostiene.

La campaña socialista de ganar espacio entre los sectores moderados del nacionalismo vasco, rompiendo la idea del frente españolista que denuncia el PNV más radical, avanza en el boca a boca. El estilo Patxi López se impone en sintonía con el talante abierto del popular Antonio Basagoiti, sin cuya ayuda todo esto no sería posible.

Pero en el PP no todos piensan como Basagoiti. Ya se cuidaron Mayor Oreja y Aznar esta semana en Madrid de ensalzar la política dura del PP en otros tiempos, el frentismo en definitiva, del que participaba el socialista Nicolás Redondo y que generó una gran movilización nacionalista para evitar a Mayor Oreja en Ajuria Enea. Los elogios a María San Gil en ese acto público, en el que por suerte no estaba Mariano Rajoy, cosecharon caras serias entre dirigentes populares y en el propio Basagoiti allí presente.

Complementariamente, los columnistas próximos a esas posiciones, como Edurne Uriarte, ya han comenzado a enredar sobre la firmeza de López con la bandera española. En la entrevista de Antena 3 TV, Patxi se había limitado a decir: «Cumpliré la legalidad y no caeremos en el fundamentalismo de guerras de banderas». Uriarte, muy próxima a Mayor, recrimina a López que ponga al mismo nivel la bandera española y la ikurriña, cuando la respuesta es impecable. Cumplir la legalidad significa que la bandera española ondee donde deba, que es justo lo que hasta ahora no sucedía con Ibarretxe.

Cambios en Fomento

Entretanto, José Blanco, ministro de Fomento y número dos socialista, complementa en su espacio ese nuevo estilo de diálogo que las comunidades autónomas agradecen. Primero fue Madrid, con el desbloqueo de algunas obras que sorprendió a Esperanza Aguirre y que molestó, por cierto, al líder socialista madrileño, Tomás Gómez, el que no acudió al homenaje de las víctimas del tren de Atocha para no encontrarse allí con Esperanza Aguirre. Ahora ha sido Cataluña. Lean los periódicos catalanes y comprueben la respuesta positiva a la política de José Blanco en contraste con las iras que sembraba su antecesora, Magdalena Álvarez.

Blanco, que mantiene su optimismo sobre el resultado de las europeas del 7 de junio, lo que no deja de tener mérito vista la previsión de la baja participación, acaba de tomar algunas decisiones drásticas en su ministerio sobre esas pequeñas cosas que pueden terminar en incendio. Por lo visto, hace unos días se dio una vuelta por el edificio y suspendió algunas obras previstas porque no es hora de gastos innecesarios y cortó la fiesta de la inauguración de la nueva terminal del aeropuerto de Barcelona, ya contratada, por entender que en plena crisis no se puede gastar un millón de euros en un acto. Lo importante es el acuerdo con Montilla, que da aire al PSC, y no las copas. Un nuevo estilo, en definitiva.