Aguirre rinde pleitesía a Rajoy

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

El congreso del PP madrileño ha servido para cerrar filas y recuperar la política en medio de la tormenta financiera

21 sep 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

La reina del PP madrileño, que no del PP español a su pesar, Esperanza Aguirre, se cuidó de escenificar la unidad sin fisuras en torno a Mariano Rajoy en el congreso regional del PP que terminó ayer. Todo perfecto, según lo previsto, salvo el interminable aplauso a Rodrigo Rato, acaso inducido por el técnico de sonido que relanzó la música cuando ya amainaba la ovación. «Ya le han fastidiado el día a Esperanza», musitó un presidente regional del PP.

La misteriosa dimisión de Rodrigo Rato en el Fondo Monetario Internacional, hace poco más de un año, le apartó de la política sin que se sepa aún por qué -«Mariano no me ha llamado», comentó a un amigo-, pero cada vez que reaparece, siente el apoyo de la militancia popular. Es una especie de reservista de lujo que ayer selló su cartilla entre aclamaciones.

Quien diga que el PP madrileño no innova, se equivoca. Ayer estrenó la moda americana de recibir a cada orador con una canción, recurso por lo visto aprendido por Esperanza Aguirre y el diputado Jorge Moragas en la reciente convención del Partido Republicano en Minnesota. A Esperanza Aguirre la recibieron con Mamma mia, del grupo sueco Abba, y a Ruiz Gallardón con otra canción de su repertorio: «El ganador se lo lleva todo y el perdedor se encoge ante la victoria, es su destino», dice la letra. Más que una indirecta, la letra de la canción es un auténtico misil al alcalde, que no se dio por aludido y que destacó que con el apoyo cerrado de Esperanza y con la nueva dirección, Rajoy sin duda llegará a la Moncloa. Con lo medido que está en cualquier congreso cada gesto, cada abrazo y la duración de los aplausos, ayer entró en tromba el estreno de la dedicatoria musical. Si el género se asienta hará escuela y acabaremos con tertulias radiofónicas con gramola.

Al presidente de los populares gallegos, Alberto Núñez Feijoo, uno de los pocos invitados con derecho a micrófono, lo recibieron ayer con música de Rocky, lo que le permitió decir al auditorio: «No sé por qué me han puesto esta canción, porque a mí no me tiemblan las piernas, ni creo en la derrota, solo os puedo asegurar que en Galicia no cabe la derrota para nosotros».

El congreso del PP ha servido para que Esperanza, Ruiz Gallardón y otros encarnizados contendientes de hace solo unos meses cerraran filas en torno a Mariano Rajoy, al que recibieron con el himno popular para no meterse en más problemas, en una escenificación de que los tiempos han cambiado profundamente. «Tenemos un gran equipo de comunicadores ahora -señala un alto dirigente popular-, pero no tenemos malos para hacer declaraciones, y eso también es necesario».

Ha significado este congreso regional, con las principales figuras del PP, un respiro político en medio de las tormentas desatadas en las bolsas internacionales. La crisis es tan seria que condiciona todo debate político. Alfonso Guerra valora lo que está sucediendo como «un cambio de frontera de la realidad que ahora tenemos y seguramente a peor; así no se puede seguir, detrás del 82% del dinero que se mueve en el mundo, no hay mercancía, solo especulación». Se indigna el histórico dirigente socialista con la petición del presidente de la CEOE de pedir un «paréntesis en el mercado libre». «Cuando los beneficios empresariales y sobre todo financieros se disparan, entonces no piden un paréntesis y ahora sí», añade.

En medio de predicciones poco optimistas que advierten de que el año próximo puede ser peor, se comienza a valorar en España que las comunidades del norte -Galicia, Asturias, Cantabria, Navarra, Aragón, Castilla León e incluso Cataluña- pueden resistir la crisis mejor que las mediterráneas, afectadas por el progreso, en su día, del ladrillo desbocado. Léase Valencia, Murcia y la costa de Andalucía. Las cajas de ahorro del norte parecen menos tocadas por la crisis inmobiliaria que las del sur y las del Levante español, con algunas excepciones. Y las economías regionales del norte más industrializadas y más diversificadas parecen mejor dispuestas para resistir.