«Farruquito» disfruta de permisos carcelarios con una pulsera telemática

Efe

ESPAÑA

El bailaor cumple condena de tres años de prisión por el atropello de Benjamín Olalla en septiembre del 2003.

24 jul 2008 . Actualizado a las 21:14 h.

El bailaor Juan Manuel Fernández Montoya Farruquito, condenado a tres años de prisión por el atropello mortal de Benjamín Olalla en septiembre del 2003, utiliza desde el pasado lunes, 21 de julio, una pulsera telemática para poder disfrutar de los permisos carcelarios.

El bailaor durmió por última vez en la prisión de Sevilla I el jueves 17 de julio, salió para disfrutar el fin de semana en libertad y, cuando regresó el lunes 21 de julio, se le comunicó la decisión de imponerle la pulsera, que un funcionario llevó a su casa, según han informado fuentes de Instituciones Penitenciarias.

La pulsera está conectada al teléfono fijo de su domicilio al que tiene que incorporarse cada vez que así lo decida la Junta de Tratamiento, que es la que estudia la «movilidad» del bailaor.

Desde el 17 de julio Farruquito no ha pisado la cárcel sevillana, ya que se le ha concedido diversos permisos, como el que disfruta en la actualidad para diversas actuaciones. El bailaor fue condenado por la Audiencia de Sevilla a tres años de prisión por el atropello de Benjamín Olalla: dos años de cárcel por homicidio imprudente en concurso con un delito contra la seguridad del tráfico, y un año de prisión por un delito de omisión del deber de socorro, así como 102.500 euros de indemnización para la viuda de Olalla y 8.275 euros para cada uno de los padres del fallecido.

Farruquito fue detenido el 27 de marzo del 2004 por presunto homicidio por imprudencia, omisión del deber de socorro y denuncia falsa por el atropello en un paso cebra de Benjamín Olalla, a quién el bailaor no prestó ayuda de socorro y se dio a la fuga. Inicialmente las pesquisas policiales condujeron a la detención de su hermano de 15 años, pero tras declarar fue puesto en libertad y el caso quedó cerrado, por lo que la indignación social fue en aumento.

Seis meses después de los hechos, en marzo del 2004, tras varias comprobaciones telefónicas, la Policía descubrió que el propietario del coche era él y que por tanto podía ser el presunto conductor. Reconoció ser él quien conducía -sin carné ni seguro- y asumió la responsabilidad del montaje urdido para culpar a su hermano menor de edad y tras este reconocimiento eludió la cárcel al pagar una fianza de 40.000 euros.