En tiempos del alcalde Manzano luché denodadamente, desde todos los medios a mi alcance y en especial desde los micrófonos de la Cadena SER, contra tan absurdo lema, que lucían los autobuses de la EMT, los chirimbolos públicos y las Casas de Cultura del Ayuntamiento. Sé que hay un problema social grave y creciente con el alcoholismo de nuestros teenagers , pero digo que tal axioma resultaba absurdo y dañino por no eximir al vino de la condena, anticultural en cuanto que contradice nuestra milenaria cultura vitivinícola, fútil porque los adolescentes no beben vino y antieconómico porque supone un ataque frontal a las bodegas españolas. Ahora, el Gobierno democrático y socialista ha adoptado las ideas del retrógrado alcalde, y las consecuencias no se han hecho esperar: el carné por puntos supuso la caída generalizada de un 4,7 del consumo entre enero y septiembre del 2006, y un ¡9%! en los restaurantes. Pero doña Elena Salgado, la ministra cuáquera, no ceja: contradiciendo a Pasteur y otros sabios, niega la consideración de «saludable» al vino y se prepara con armas y bagajes para asestarle nuevos mandobles legislativos. Y la cordura, ¿qué?