Entrevista | Blanca López La veterana artista lucense expone hasta el 1 de junio, en la sede de la Xunta en la capital, una selección de los cuadros pintados durante los últimos dos años
16 may 2006 . Actualizado a las 07:00 h.Vivir de su gran pasión es un privilegio al alcance de unos pocos. Si se trata del arte, esta cifra se merma considerablemente. Blanca López tiene esta suerte, ya que ha podido hacer de la pintura su modo de vida, asumiendo los límites y el esfuerzo que implica esta decisión profesional. Una selección de sus últimas obras realizadas se exponen hasta el 1 de junio en la Casa de Galicia de Madrid, ciudad en la que vive desde hace más de cuarenta años. - Su incursión en el mundo del arte obedece a la más genuina vocación. -Sí. Nací en Castroverde, provincia de Lugo, en 1932. Desde mi más tierna infancia, siempre me recuerdo con el lápiz en la mano. Al cumplir 17 años, me fui de intercambio a Barcelona. Resulta que por pura casualidad, la chica con la que me intercambiaba trabajaba en la revista Lecturas . Eso me sirvió para contactar con editoriales y otros clientes similares. Yo, que había ido con el propósito de no hacer gran cosa, vine con un montón de encargos para ilustraciones de libros. Allí pasé veinte años ilustrando volúmenes para Barcelona, Madrid y otros sitios. También hice estampación en tela para las mejores casas de moda, como Pertegaz. -¿Cuándo desembarca en Madrid? - En 1965. Alquilé un estudio, aún lo tengo, encima en el Café Gijón, muy conocido en el mundo de la literatura. Allí comencé a pintar óleo y descubrí que era lo que más me gustaba. Hace como 25 años que hago alguna que otra exposición de esta técnica. También he pasado grandes temporadas en París, que para el arte es un sitio muy importante. Siempre me he rodeado de pintura. - Es casi un privilegio vivir de ello. -Tuve una relación sentimental con un pintor durante treinta años y éste siempre me estaba diciendo: «Blanca, en vez de cobrar por lo que vendemos, deberíamos pagar por poder vivir de esto». - No obstante, resulta difícil vivir de cualquier oficio artístico. -Sí, pero cuando se ha vivido toda la vida de esto, se tiene ya un aprendizaje. Dicho de modo coloquial, que no se puede estirar la pierna más de lo que da la manta. Los principios son difíciles, pero luego te van surgiendo contactos y una clientela más o menos fija. -¿Qué le impulsó a trasladarse a la capital? -Me trasladé por una razón absolutamente personal, decidí dejar un grupo de reunión que tenía allí y renovar entorno. Aquí me quedé, nunca dejé la casa de Madrid, aunque estuviese años en París, siempre la tenía a punto. - Qué es lo que más le gusta de esta ciudad. -Me llama la atención su luz y color. Hace unos años, tenía menos movimiento artístico, a pesar del Prado, que no hace falta que se mueva. Ahora todas la exposiciones importantes pasan por aquí. -¿ No echa de menos Galicia? -Claro, pero voy a menudo. No he perdido la esperanza de hacer un estudio en un pedazo de huerta que tengo y volver a mis orígenes. Yo respiro Galicia, va siempre conmigo.