Bono no asistió a la despedida del general, quien antes se había ausentado en la jura del cargo de su sucesor El nuevo JEME destacó la «precipitación de acontecimientos» que llevó al relevo
26 jun 2004 . Actualizado a las 07:00 h.El teniente general Luis Alejandre, destituido el viernes por el Gobierno como jefe de Estado Mayor del Ejército (JEME), denunció ayer «deslealtades», «venganzas», «celos» y «mentiras interesadas» durante la entrega oficial del bastón de mando a su sucesor, José Antonio García González. Dos horas antes García González -que fuera su número dos- juró el cargo junto a los nuevos jefes de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) y del Aire (JEMA), en un acto presidido por el ministro José Bono al que el general Alejandre no quiso asistir. El relevo escenificado en el Palacio de Buenavista, sede del cuartel general, quedó marcado por la amarga despedida de Alejandre, cuyo nombre estaba en todas las quinielas como principal candidato a JEMAD, máximo jefe de los tres Ejércitos. En un discurso agrio y emocionado, señaló que los días previos a su caída sintió «el temblor incierto de ciertas deslealtades, de las venganzas, de los celos, de las mentiras interesadas, de las manipulaciones informativas». Destacó que, aún así, siguió en su puesto, pues también notó el «calor y la lealtad de mi gente». El ya ex JEME repasó su año y medio escaso al frente del Ejército y recalcó que su mandato -el más corto de la historia según algunos de sus colaboradores- fue «duro» por los accidentes -el del Yak-42, la peor catástrofe aérea del Ejército por el número de víctimas-, las «tensiones políticas» y la «brutal reaparición del terrorismo con otras versiones», en alusión al 11-M. Alejandre ofreció al nuevo JEME su «respaldo y apoyo» y le agradeció haber sido su «imprescindible mano derecha». Los que fueran sus subordinados le despidieron con una sonora ovación, que duró varios minutos. Sabor agridulce Después habló el nuevo JEME, que homenajeó a Alejandre y señaló el «sabor agridulce» que marcó esa despedida. Destacó, sin entrar en detalles, la «precipitación de acontecimientos» que culminaron con el relevo de la cúpula castrense. Para ilustrar la brusquedad del cambio recalcó que «amigos han venido pocos», pues «estaban ya en la playa» cuando el Gobierno comunicó su decisión. Por su parte, el nuevo JEMAD, general Félix Sanz, también presente en el acto, pidió «un recuerdo cariñosísimo por muchísimos años para Alejandre», que «tanto nos ha enseñado». Tras los discursos hubo un brindis en el que Alejandre se despidió de los suyos, que le testimoniaron su lealtad y cariño. Fue para él muy emocionante, pues cuando salió de la sala junto a su sucesor llevaba los ojos empapados de lágrimas y la frente mojada de sudor. Uno de sus colaboradores justificó que no atendiese a la prensa con una explicación reveladora: «no está emocionalmente en condiciones de contestar a sus preguntas». Al acto del Palacio de Buenavista acudieron los miembros de la nueva cúpula militar, pero no el ministro de Defensa. Unas horas antes, el general Alejandre tampoco quiso acudir al Ministerio para asistir a la jura de los jefes de Estado Mayor ante José Bono. El desencuentro entre ambos se debió a la decisión de Bono de destituir a Alejandre, que según fuentes militares sorprendió incluso al nuevo JEME. Discurso de Bono El viernes, antes ir al Consejo de Ministros, Bono acudió al cuartel general para comunicar su decisión al Consejo Superior del Ejército. En la jura de sus nuevos hombres de confianza, el ministro explicó que en la reunión escuchó con satisfacción el «apoyo unánime» de los tenientes generales para sus decisiones. Fuentes militares señalaron que la reunión duró sólo «siete minutos». Bono también resaltó en su intervención que la carrera hacia el éxito en la milicia es «en equipo» y «de relevos», por lo que «nunca se logra el éxito en solitario». Agradeció su labor a quienes «entregáis el testigo de una manera tan digna».