Asoman en el horizonte las próximas citas electorales y cada cual comienza a jugar sus cartas. En Madrid, la estrategia del PP ha colocado a Alberto Ruiz-Gallardón en la carrera por la alcaldía. A priori, parece obvio que Gallardón lleva cierta ventaja en el capítulo de la popularidad, dada la experiencia que acumula en la gestión pública como presidente de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, en los últimos meses ha intensificado ciertos contactos en círculos ajenos a la ideología de su partido que algunos analistas consideran guiños para mejorar su imagen entre el electorado de izquierdas. Dicho de otra manera, para ganar terreno a Trinidad Jiménez en la pugna por el consistorio. Entre tales gestos se ha mencionado la contratación de Ana Belén -conocida militante de izquierdas- como imagen de la nueva campaña electoral de un ente público gobernado por la derecha, o la invitación de artistas -también de manifiesta condición progresista- para actuar en las fiestas organizadas en la Casa de Correos, sede de la Comunidad de Madrid. En diciembre, Joan Manuel Serrat cantará en la casa pública de la Puerta del Sol. Aunque estas actitudes no son nuevas. De hecho, con Gallardón en la presidencia de la Comunidad, también han sido invitados a esta sede otros cantautores de reconocida vocación contestataria: Joaquín Sabina, Hilario Camacho, Ismael Serrano y, el año pasado, Luis Eduardo Aute cantando Al alba, y se han hecho reconocimientos oficiales a personajes vinculados a otras ideologías: sin ir más lejos, Adolfo Marsillach recibió hace tres años la Medalla de Oro de la Comunidad. Desconfianza El buen entendimiento entre Ruiz-Gallardón y el mundo cultural resulta cada vez más patente, hasta el punto de que no deja de despertar recelo en el seno de su propio partido. Al PP le han escandalizado, por ejemplo, las declaraciones de Paco Ibáñez (a quien Gallardón contrató para el Festival de Otoño) llamando «perros» a los asistentes a la última manifestación en San Sebastián en defensa del Estatuto y la Constitución. El cantante Ramoncín lo tiene claro: «Gallardón es el único del PP que se distingue por entender la cultura. Lo contrario que la ministra, a la que no le interesa la cultura sino el dinero que se gestiona». Pero, ¿hasta qué punto es este acercamiento un brindis al sol? Para el escritor Francisco Umbral, estos movimientos no son ficticios: «Gallardón es un hombre muy culto, gran melómano y lector. Y eso, que le viene de su padre y de su abuelo, está muy bien». Lo que no quiere decir que deje de realizar maniobras con intencionalidad política: «Es un hombre muy ambicioso, trata de dominar todo el terreno que puede y de mantener contacto con todos: derecha, centro e izquierda», apunta Umbral. Lo cierto es que Gallardón parece seducir a los progres, manteniendo una relación de cordialidad con artistas habitualmente críticos con su partido. «Siempre ha tenido un discurso muy progresista», afirma Ramoncín. «Yo, cada vez que hablaba con él, salía asombrado». El cantante lanza un mensaje a la candidata socialista: «Yo le diría: oye, Trinidad, que él se ha reunido con más gente de la cultura que tú en los últimos meses». En el acuerdo con Ana Belén para promocionar la Comunidad de Madrid, hay quien no ve motivaciones políticas ocultas. Umbral se pronuncia en este sentido: «Lo de Ana Belén no tiene nada de particular». «Ella es una madrileña castiza y es lógico que, siendo una gran artista, se recurra a ella para esto», dice. Tampoco Ramoncín percibe intereses detrás de los gestos del presidente de la Comunidad. «Si invita a Serrat a la Puerta del Sol, es porque lo desea», afirma. El humorista José Luis Coll incide en argumentos similares: «Para mí, estas cosas no responden a una pose. Gallardón me parece un político muy inteligente y con mucho porvenir en la política». El veredicto final de Francisco Umbral, aparte de no dejar en muy buen lugar los proyectos del PSOE, hace referencia a la pretensión de Gallardón de aglutinar en torno a sí un amplio espectro de ideas: «En la izquierda tiene un adversario flojito, como es esta chica, y esas cosas que hace se deben a un deseo de totalidad para lograr lo que quiere, que es ganar las elecciones». Claro que, por debajo de todo esto, están los orígenes, y Ramoncín también lo recuerda: «En el fondo, es un conservador. Gallardón tiene educación cristiana, y eso marca».