Vingegaard y el Tour de Francia se defienden de las acusaciones de dopaje

J.A.G

POLIDEPORTIVO

Jonas Vingegaard.Jonas Vingegaard, maillot amarillo del Tour de Francia
Jonas Vingegaard, maillot amarillo del Tour de Francia EFE

El líder de la competición ha asegurado que no tomaría nada que no diese a su hija

20 jul 2023 . Actualizado a las 08:57 h.

El danés Jonas Vingegaard, que este miércoles dejó casi sentenciado el Tour de Francia, tuvo que salir al paso de las sospechas de dopaje que pesan sobre él tras las dos exhibiciones consecutivas que ha firmado en la ronda gala.

«Para mi es difícil decir algo más, comprendo que es duro para la gente confiar en el ciclismo a causa del pasado que tiene, pero ahora todo el mundo lo practica de forma diferente de hace diez años. No tomo nada y no tomaría nada que no daría a mi hija», aseguró el corredor danés.

En la caravana del Tour de Francia sorprendió mucho la contrarreloj que hizo este martes, donde mejoró ampliamente el mejor crono que habían previsto los organizadores. Sin que nadie se atreva a decirlo en voz alta, la actuación a Jonas Vingegaard ha reavivado las sospechas en un deporte que no termina de quitarse la losa del dopaje.

La respuesta del Tour de Francia a las acusaciones de dopaje a Vingegaard

El director del Tour, Christian Prudhomme, consideró legítima la duda, pero recordó que el ciclismo se somete a controles independientes y que el maillot amarillo no pasa un día sin ser testado.

De hecho, tras la contrarreloj, todos los corredores de su equipo y los del UAE de Tadej Pogacar fueron sometidos a controles sanguíneos antes del inicio de la etapa 17.

Jonas Vingegaard responde apesadumbrado a las sospechas, pero mantiene su discurso monótono. Cuando le recuerdan que su ritmo iguala el de los años más oscuros del ciclismo, el danés responde que es a causa de las mejoras en el material y en la preparación de los corredores.

Sus gestas quedan algo ensombrecidas por esa sospecha, pero Jonas Vingagaard va camino de conseguir su segundo Tour de Francia consecutivo tras haber noqueado de nuevo a uno de los mejores ciclistas del momento, Tadej Pogacar.

Aunque el danés no quiso dar por finiquitado el Tour de Francia, que afronta con 7:35 minutos de ventaja a falta de tres etapas antes del paseo triunfal por los Campos Elíseos, el optimismo se dejaba ven en su rostro.

Aunque ni con esas se olvidó de su eterno rival, al que todavía da opciones de resucitar, tras el desfallecimiento que sufrió en el Col de la Loze. «Estoy aliviado, tener más de 7 minutos de ventaja es formidable. Pero todavía no estamos en París, quedan etapas peligrosas, tengo que seguir haciéndolo lo mejor posible», señaló el ciclista del Jumbo.

«Pogacar no abandona nunca, va a intentar algo, estoy convencido. Tengo que estar preparado. Todavía quedan por delante etapas muy peligrosas», señaló el danés, que va camino de conseguir su segundo Tour de Francia consecutivo.

«He luchado contra él todo el Tour. Teníamos un plan y ha funcionado bien. No es bonito para Tadej perder de esta manera, pero nosotros miramos nuestra carrera, estoy contento de tener el maillot amarillo un día más», aseguró.

El dardo de Vingegaard a Pogacar

Jonas Vingegaard aprovechó para lanzar un dardo a su rival, del que dijo que «puede que haya hecho esfuerzos que le han hecho vulnerable, a veces se dejan energías en esfuerzos inútiles».

Todo sonríe al danés, al que solo resta superar una reválida, la penúltima etapa, una cita en la alta montaña de los Vosgos, que afronta con todas las cartas en su mano para ganar, a sus 26 años, su segundo Tour de Francia.

El danés no abandona el discurso oficial de su equipo, una sucesión de conceptos cerrados que repite una y otra vez. «Trabajamos la táctica desde hace tiempo, todo se planifica en diciembre. Después del resultado de ayer, mantuvimos el plan previsto. Creemos en nuestra estrategia y buscamos seguirla», insiste.

«Creemos siempre en nosotros, no podemos influir en lo que hace Pogacar, solo podemos fiarnos de nuestro plan», dijo Jonas Vingegaard.

Un plan perfecto, en el que solo descuadra la sombra de la sospecha que arrastra su equipo.