Modric, al borde de las lágrimas: «Ya veremos si ha sido mi último partido con Croacia»

J.A.G

FÚTBOL

Luka Modric.Luka Modric con Croacia
Luka Modric con Croacia EFE

Tras el empate que deja prácticamente eliminada a Croacia de la Eurocopa, Luka Modric fue preguntado si había jugado su último partido con la selección

25 jun 2024 . Actualizado a las 00:41 h.

Luka Modric, centrocampista del Real Madrid, no quiso desvelar , después de que Croacia esté prácticamente eliminada de la Eurocopa tras empatar ante Italia (1-1) si dejará el combinado balcánico después de dieciocho años vistiendo la camiseta de su país.

Casi entre lágrimas por un empate cruel, el de Italia en el minuto 98 que prácticamente le arrebató a su equipo el billete para octavos de final de la Eurocopa, Luka Modric contestó de forma escueta a una pregunta sobre si el choque frente al cuadro transalpino fue el último que jugará con Croacia: «Ya veremos, no es momento para esas historias», declaró.

«El fútbol a veces es cruel. Se volvió a demostrar, pero bueno, es lo que hay. No merecíamos ese gol, no sé de dónde se sacó el árbitro 8 minutos de prolongación. Hay que perder a veces, pero no es un consuelo. El fútbol es cruel, ha quedado demostrado», insistió.

Según Modric, el destino no estaba con Croacia en esta Eurocopa

Luka Modric, elegido hombre del partido por la UEFA, señaló que en la Eurocopa no le salió nada bien a su equipo. Ni siquiera en los partidos de otros grupos en los que Croacia podía sobrevivir en la competición con marcadores favorables. «Es que ayer era necesario un punto entre Escocia y Hungría y volvieron a marcar en el minuto 99. Hoy en el 98. El destino no estaba con nosotros», concluyó.

Modric falló un penalti y marcó un gol ante Italia

Aclamado como si fuera un Jesucristo del fútbol por los acalorados aficionados croatas y en la orilla de su probable desaparición internacional, el incombustible Luka Modric rozó la supervivencia a un ultimátum en el que murió tras fallar un penalti, resurgió tras marcar en la siguiente jugada y falleció para siempre con el cruel tanto de Zaccagni en el minuto 98 que clasificó a octavos a Italia y eliminó al combinado balcánico (1-1).

Nunca una despedida fue tan amarga. Si finalmente deja la escena de su selección, Luka Modric habrá dicho adiós de una forma terrible. Desde el banquillo, sustituido al final del encuentro cuando estaba en la siguiente fase, vio cómo Zaccagni, en el último suspiro, sobre la bocina, cuando Croacia aguantaba el 1-0, marcaba un tanto heroico para los hombres de Spalleti pero definitivo para Croacia.

Con tres cuartas partes de público croata y apenas un fondo para el italiano, el Leipzig Arena se convirtió en el posible escenario de un crimen. No de un crimen físico, más bien sentimental. Se avecinaba el posible final de Luka Modric, por lo menos en una Eurocopa. Una derrota o un empate dejarían al 'mago' balcánico con la pelea contra el paso del tiempo perdida. En la próxima edición, que se disputará en Inglaterra e Irlanda, tendrá 42 años. Quién sabe si aparecerá por el Mundial de Estados Unidos, México y Canadá. Con Luka Modric, todo es posible.

Pero no lo parece. Al centrocampista del Real Madrid se le intuye que se le ha agotado el tiempo. Esta temporada rindió en su club a base de jugar ratitos y ante equipos menores. Es cierto que tuvo algún arranque de orgullo y sacó la varita a pasear en alguno de los duelos decisivos de la Liga de Campeones. Aún así, la realidad es dura. No es lo mismo jugar la última media hora ante el Cádiz que partidos de un nivel de exigencia altísimo como a los que se enfrentó su selección en la Eurocopa (Italia y España).

Y además, hasta su aparición decisiva su carácter parecía más amargo. Como si intuyera lo que se avecinaba, aparentemente no fue tan afable sobre el césped. Ofreció algún que otro braceo a sus compañeros y se lamentó en exceso, algo poco habitual en él. Algo fallaba, pero a su afición no le importó lo más mínimo. Por lo menos en la primera parte, en la que fue aclamado ante cualquier detalle. Una carrera, un robo de balón, uno de sus pases desató un «Luka, Luka Luka» por casi todo el estadio.

Su rostro, durante el himno de Croacia, hasta parecía más enjuto. De repente, en esta Eurocopa, parece que se ha echado algún año encima tras el empate frente a Albania. Pero daba igual. Tenía que jugar, era obligatorio y Zlatko Dalic no le quitó ese honor, que también era el de todos los amantes del buen fútbol. No podía privar al mejor jugador de la historia de Croacia de despedirse sobre el césped. Y además, Dalic desoyó todas las críticas y alineó a la vieja guardia junto a Modric: Brozovic y Kovacic fueron sus guardaespaldas, tal vez por última vez.

Además, recuperó la presencia de dos laterales conservadores como Stanisic y Gvardiol y entraron en su once Susic y Pasalic. Enfrente Italia, que parecía la invitada a la posible despedida de Luka Modric, también hizo cambios respecto al zarandeo que recibió de España. Darmian, Raspadori y Retegui entraron en el once para intentar mejorar la imagen de una selección que ha perdido alma, sin referentes claros y ocupada en encontrar su identidad.

Sin embargo, Italia tenía las de ganar. El empate, le bastaba para alcanzar los octavos de final. Croacia, debía vencer. Se avecinaba una batalla entre el conservadurismo y la precipitación. O algo parecido. Por lo menos, se intuía; y durante los primeros diez minutos se confirmó que Croacia quería con más ganas el premio de la victoria. De hecho, en ese tiempo, acaparó toda la posesión. El combinado de Luciano Spalleti ni olió la pelota y Susic aprovechó esa rendija de lucidez para sacarse de encima un latigazo desde fuera del área que estuvo a punto de sorprender a Donnarumma, de nuevo muy inspirado.

La acción del jugador del Salzburgo fue un espejismo porque Croacia se perdió entre su espesura y el planteamiento de Spalletti, conservador pero efectivo. Jamás, durante el resto del acto inicial, volvió a encontrar el camino. Todo lo contrario que Italia, que poco a poco fue comiendo el terreno a su rival hasta llegar a controlar el duelo e incluso intimidar a Livakovic, que tuvo que aparecer de la nada para salvar un cabezazo a bocajarro de Susic.

Croacia, gracias a su portero, seguía con vida. Llegó a la caseta con pulso, con un 0-0 que no definía nada. En el vestuario, Dalic sacó a su arma más determinante en el anterior choque ante Albania. Apareció Budimir, un buen antídoto para buscar asociaciones por el área para que pasara algo que ocurrió pronto con una mano de Fratessi que acabó en penalti.Luka Modric se atrevió, tiró de galones y de ganas de agradar al personal, pero se encontró con Donnarumma, empeñado en sostener a Italia y en amargar a Croacia.

Luka Modric se quedó de piedra, pero sus compañeros reaccionaron al instante y el medio del Real Madrid encontró un poco de justicia poética. Su posible despedida se antojaba tristísima, pero segundos después de su error, Susic se sacó de la manga un centro espectacular que remató Budimir de cabeza. Donnarumma salvó otro remate imposible, pero el rechace lo recogió Luka Modric para marcar y desatar la locura entre los croatas, que encendieron bengalas, lanzaron vasos de cerveza desde las gradas superiores a las inferiores y, en definitiva, se sacaron de encima toda la rabia contenida.

Al encuentro aún le quedaba poco más de media hora y Spalletti dio entrada a Chiesa para arreglar un roto enorme. Con la derrota de Albania, Italia era tercera con solo tres puntos y su presencia en octavos no estaba ni mucho menos asegurada.

Entonces, comenzó el asedio, los nervios croatas, y un lento paso del tiempo que parecía correr a favor de Croacia, que cuando ya celebraba su clasificación, se llevó un chasco de dimensiones descomunales. Zaccagni apareció con un certero disparo y el combinado balcánico lloró una derrota que es mucho más que una eliminación: Si no hay sorpresas, Luka Modric se despidió para siempre. Y no lo hizo sobre el césped. Lo hizo desde el banquillo. Triste final para el 'mago' balcánico.