El voto oculto y la debacle de los liberales británicos asustan a Podemos y Ciudadanos, mientras que el calvario de Susana Díaz demuestra que el PSOE y el PP no entienden el nuevo escenario
11 may 2015 . Actualizado a las 07:08 h.El desconcierto es total, y no es para menos. Nadie tiene ni idea de lo que va a suceder en las autonómicas y municipales. Y no digamos ya, en las generales. No solo es que el CIS no aclare nada. Es que, además, nadie se cree al CIS. Estamos en tierra ignota, con dos partidos que más que bebés son embriones, y que sin embargo tratan de tu a tu a dos dinosaurios como el PSOE y el PP. No valen de nada unos sondeos que se quedan viejos antes de salir de la cocina -hace tres meses Ciudadanos no pasaba del 3 %- porque en un país cuyo paisaje está cambiando cada jornada como la lava ardiendo son necesarios trackings diarios. A quienes se atreven a hacer pronósticos, han venido primero Andalucía y luego el Reino Unido a darles dos sopapos. Y es que una cosa es pontificar en el café y otra dejar la papeleta en la urna.
La rotunda victoria de David Cameron, que ninguna encuesta ni analista previó, indica que había en Gran Bretaña una masa de votantes conservadores dispuesta a poner a parir a su Gobierno y a su primer ministro pero, por lo que se ve, incapaces de jugársela a cambiar de bando. Había, en fin, una gran bolsa de voto oculto en Inglaterra y probablemente la haya también en España. Son todos aquellos que, aunque se avergüencen de hacerlo, votarán al PP y al PSOE pero jamás lo reconocerán en una encuesta, y quizá ni siquiera en su círculo de amistades, porque tienen pánico a lo desconocido. A ese efecto cabe sumarle la confusión que añaden los medios que confunden deseos con realidad. El pasado miércoles, había analistas de renombre en España que enterraban a David Cameron, ponían en un pedestal a Ed Miliband y le auguraban un brillante futuro. Y apenas 24 horas después, el líder laborista era un cadáver exquisito.
La otra gran lección británica es la confirmación de un viejo axioma político. El partido pequeño que forma una coalición con el partido grande lo paga en las siguientes elecciones. Si al Gobierno de coalición le va bien, es el partido grande el que se queda con todos los votos. Y si al Gobierno le va mal, el grande suele salvar los muebles, pero el pequeño sale muerto y carga con todas las culpas. Algo de lo que Podemos y Ciudadanos acaban de tomar buena nota, y que en Galicia ya aprendió en su día el BNG. Costará mucho que en España alguien dé el paso de aparecer como el sostén de un gobierno en minoría, y mucho más el formar ejecutivos de coalición.
Y eso entronca con la otra lección, la andaluza, que indica que el PSOE y el PP no se enteran todavía de qué va esto de Podemos y Ciudadanos. Susana Díaz se acostó la noche de las elecciones convencida de que tenía 58 escaños. Los suyos y los de Podemos. Y ahora se despierta en plena pesadilla. O en pleno ridículo, que diría ella. No se entera de que se ha acabado el chollo de que si al PSOE le faltaban escaños, siempre estaba allí IU para ponerlos a cambio de nada. Y a pesar de ello, socialistas y populares siguen haciendo números como si solo hubiera dos partidos. Uno que se llama PSOE-Podemos y otro que se llama PP-Ciudadanos. Si eso fuera así, para ese viaje no hacían falta tantas alforjas. Nadie tiene ni idea de lo que va a ocurrir. Y el 24-M, seguiremos sin saberlo.
Las tendencias suicidas del PSdeG continúan
El último episodio entre Pachi Vázquez, José Ramón Gómez Besteiro y José Blanco a pocos días de las elecciones demuestra que el PSdeG sigue siendo un partido ingobernable y con claras tendencias suicidas. Al margen de sus problemas judiciales, Vázquez es un político de muy escaso recorrido. Y no se entiende que pueda condicionar así el debate. Lo que sí resulta paradójico es que un personaje político absolutamente menor como ha sido Pachi Vázquez haya acabado siendo decisivo en la historia no ya del PSdeG, sino del PSOE. El exlíder del PSdeG se sacó de la manga aquello de elegir al secretario general del partido en unas elecciones primarias. Muchos se rieron. Pero aquello será la norma.
La corrupción les sale gratis a los partidos en las urnas
En las encuestas, la corrupción aparece siempre como una de las mayores preocupaciones de los españoles. Pero eso parece afectar únicamente a la hora de contestar en los sondeos, y no en la encuesta definitiva, que es la de las urnas. Primero fue el caso de Andalucía, en donde el PSOE no solo no ha pagado en términos de votos el escándalo de los ERE sino que, de los tres partidos que había en el Parlamento, es el que mejor parado ha salido. Y, ahora, según las encuestas, en Madrid y en la Comunidad Valenciana, epicentros de la trama Gürtel y con decenas de dirigentes imputados, el PP no solo gana las elecciones sino que se impone al PSOE con mucha más claridad que en el resto de España.
Podemos y Ciudadanos, la guerra por el tercer escaño
A priori, son cuatro luchando por los escaños. Pero en las generales el que quede cuarto saldrá prácticamente muerto, aunque la diferencia vaya en pocos votos. La ley D?Hondt se implantó en España con el objetivo de propiciar gobiernos estables y de favorecer a los partidos mayoritarios. Pero sus efectos cambian mucho cuando no hay dos partidos muy distanciados del resto. El duelo a muerte va a ser entre Podemos y Ciudadanos. En circunscripciones con tres escaños, por ejemplo, PP y PSOE se llevarán los dos primeros. Y si no arrollan, el tercero será para el que gane entre Podemos y Ciudadanos. Si ese esquema se repite, el tercero sale beneficiado y el cuarto está muerto.