Balance del primer trimestre escolar: «intenso» y con sensación de provisionalidad

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

EDUCACIÓN

Imagen de archivo de una niña yendo al colegio en A Coruña
Imagen de archivo de una niña yendo al colegio en A Coruña ANGEL MANSO

«Ata mediados de novembro non había moito en firme», apuntan desde los colegios concertados

23 dic 2022 . Actualizado a las 17:16 h.

Terminó el primer trimestre de un curso que iba a ser «normal» pero distó mucho de conseguirlo. Tras dos años y medio afectados por la pandemia y sus restricciones, este septiembre se presentaba en el imaginario general como un momento de vuelta a la rutina. Pero el primer trimestre «acabó siendo un poco intenso», como señaló Isabel Ruso, la presidenta de los directores de instituto de Galicia (Addiga). Dos factores alteraron la monotonía prevista hasta tal punto que Juana Otero, secretaria autonómica de Escolas Católicas —patronal de centros concertados que tiene más de cien afiliados en Galicia—, cree que «ata mediados de novembro os colexios non pareceron reais, senón provisionais porque non había moito en firme».

Y es que este año coincidieron la aplicación parcial de una nueva ley y un cambio en el calendario. Esto último se debió a que, al eliminar los exámenes de septiembre en secundaria, se unificaron las fechas de inicio de «pequeños» y «mayores»: todos empiezan el mismo día, en esta ocasión el 8 de septiembre. Esto supone una avalancha de problemas para un centro en el que convivan varias etapas: «O curso empezou para todos á vez, para todas as etapas, polo que tampouco axudou a que houbera calma», reconoce Otero, y es que los colegios concertados suelen tener infantil, primaria y secundaria, al contrario que los públicos.

Pero realmente el problema más grave no fue ese, sino la nueva ley, aprobada por el Gobierno central a finales del 2020. La Lomloe entró en vigor en enero del 2021 pero hasta el pasado marzo-abril no se pudieron conocer los currículos de las materias y su carga horaria en Galicia. Y eso de forma provisional, gracias al esfuerzo de Xunta y ministerio de trabajar en paralelo para que, cuando Madrid presentase sus temarios y evaluaciones, Galicia —que al ser comunidad con lengua propia es responsable el 50% del currículo— no tuviese que empezar de cero. Pero aunque la Xunta colgó los documentos en su web alrededor de Semana Santa, para muchos profesores estos no existieron hasta acabar el curso, en junio, o incluso más tarde. «Foi unha implantación moi precipitada: no mes de setembro non había nada, poucas cousas concretas; isto xerou inseguridade, no profesorado e tamén nas familias», detalla Otero.

Y es que muchos docentes esperaron a ver cómo adaptaban los nuevos currículos las editoriales en los libros de texto, y con plazos tan escuetos muchas llegaron a septiembre sin los productos en la calle.

Un complicación (habitual en el desarrollo de normativa semejante) es que la nueva ley solo se aplica en los cursos impares. Así, es común, sobre todo en secundaria, que un profesor tenga que seguir los dictados de la Lomce (la conocida como ley Wert, aprobada por el PP en el 2013) en una clase y en la siguiente, cambiar el discurso para adaptarse a la Lomloe (ley que recibe el nombre de Isabel Celaá, ministra socialista). En primaria se nota algo menos. Francisco Lires, presidente gallego de los directores de colegios públicos de primaria (Fegadicep), señala que «entre los docentes había cierta preocupación por los cursos Lomloe y por la convivencia en los centros de dos leyes diferentes...» Pero la experiencia en este sentido, los continuos cambios de ley que han vivido, es un grado: «Nos lleva a tomarnos las cosas con tranquilidad y cautela», añade Lires.

Similar es la opinión de Isabel Ruso: «Destaco que la profesionalidad del profesorado está por encima de los problemas, y solo se pretende que a las familias les afecten lo mínimo posible. Tenemos que ir siempre hacia adelante y acomodándonos a los tiempos. Independientemente de esto, nos queda un año más para que se incorporen los cursos pares. Es un proceso que tiene vaivenes continuos, como vemos muchas veces en la prensa, y desgraciadamente podemos decir que estamos acostumbrados. Es terrible, pero es así».

Y la guinda de todo este lío es la aplicación nueva creada por Educación (se llama Proens) para que los docentes introduzcan las programaciones y de cuyo funcionamiento pocos sabían antes de empezar el curso. De hecho, el aumento de la burocracia es una queja unánime entre los diferentes colectivos. «La documentación interna y programación de los departamentos supone un esfuerzo de actualización importante, y es un plus» para el trabajo docente, apunta Isabel Ruso. También Otero señala la complejidad de Proens: «Ter que meter as programacións nunha aplicación que non coñeciamos deu lugar a moito estrés, non tiñamos formación ata setembro... non estabamos preparados».

Claro que el trabajo no ha concluido: «Como toda lei, vai levar un tempo adaptarse ao novo, tanto en metodoloxía como avaliación, non só para os profesores senón tamén para os alumnos e as familias entender o funcionamento da aula», concluye Juana Otero. Pero «aún así —valora Fran Lires— con el esfuerzo del profesorado, alumnado y familias se están sacando unos resultados más que aceptables» a la espera de «ese gran pacto social, que no solo educativo», en palabras de Isabel Ruso, que tanto necesita España.