El jefe comercial del negocio eólico de Navantia subraya la importancia del proyecto
19 jun 2015 . Actualizado a las 11:50 h.Si bien para la alianza formada por Navantia y Windar, el encargo de Statoil supone el segundo del sector de la eólica marina, los astilleros españoles cuentan con tres pedidos, ya que Iberdrola también les adjudicó la construcción de la estructura de la subestación para su parque marino en Alemania, que se está fabricando en Puerto Real. «Cada uno de estos proyectos supone el acceso a un producto distinto dentro de esta industria: las subestaciones off-shore, las jackets y la eólica flotante. Tienen gran proyección de mercado -que además es europeo- y están dominados por un grupo muy selecto de astilleros, en el que Navantia se ha introducido y ya es uno de los referentes más importantes», explica Abel Méndez, jefe comercial de la eólica y de petróleo y gas en la empresa pública. Recuerda también que Statoil fue el último cliente del entonces Izar Fene y que retomar la relación podría reportar nuevas oportunidades en el ámbito del negocio off-shore.
Ante este encargo novedoso, Méndez tiene claro los desafíos. «Los retos de este pedido están del lado de la fabricación en serie. Nadie hasta la fecha ha construido estructuras de este tipo (spars) en serie», afirma. Añade que «el método de fabricación es novedoso. El ensamblaje se realizará en grada, como si se tratara de barcos, y se efectuará una botadura convencional de cada una de las estructuras». El jefe comercial de la eólica de Navantia asegura que el nuevo encargo generará ocupación para unas 300 personas y afirma que, al igual que la obra de Iberdrola, propiciará la actividad en el naval de la ría. «El potencial de nuestra industria auxiliar es uno de nuestros valores, y lo ponemos de manifiesto en nuestras ofertas», asegura, al tiempo que reseña la alianza con Windar. «No competimos, sino que cada uno aporta a los proyectos contratados aquello en lo que es especialista».