La RAGBA cuestiona las intervenciones arqueológicas realizadas en el proyecto Trazas

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

SILLEDA

miguel souto

Incluyeron obras en yacimientos de Arousa, Marín y Silleda

08 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La Real Academia Galega de Belas Artes, (RAGBA), realizó un informe técnico sobre la primera fase del proyecto Trazas de Pontevedra que tiene como objetivo la restauración de los yacimientos galaico-romanos de Alobre, en Vilagarcía de Arousa, el de A Subidá (Marín) y el del Castro de Toiriz, en Silleda. El informe fue solicitado por el Comité Nacional Español de ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios de la Unesco).

La RAGBA considera que el tipo de intervenciones realizadas en estos tres espacios son «didacticamente pouco eficaces e, por excesivas, innecesarias, debido á que deben adaptar os equipamentos proxectados aos contornos arqueolóxicos que queren promocionar». La Academia no cuestiona la tramitación de los controles arqueológicos y las «cautelas que estableceu a administración competente en patrimonio cultural en Galicia», en este caso la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural de la Xunta.

Un jardín urbano

Pero sí esa eficacia didáctica. Como ejemplo ponen la representación de las construcciones arqueológicas que detectó el georradar en el castro de Toiriz «explicadas por medio dunhas estruturas en forma de mesado con soportes diáfanos, que só se considerarían efectivos se os vemos dende unha altitude axeitada, e non a ras de terra» considerando que «poden xerar nos visitantes máis confusión que axuda para interpretar uns restos que, ademais, non foron escavados».

En este caso, la zona se equipó con bancos, se construyeron caminos y se colocó pavimento. La Real Academia de Belas Artes opina que todos esos elementos complementarios «dotan ao xacemento dun aspecto excesivamente intervido, domesticado, máis propio dun xardín urbano que dun xacemento arqueolóxico».

Explican que desconocen si existe una resolución final de la Dirección Xeral de Patrimonio insistiendo en que no cuestionan la tramitación y vigilancia en la preservación de los restos arqueológicos señalando que en el informe que les remitió ICOMOS se refleja, al menos, la existencia de dos controles arqueológicos en el curso de las obras, fruto de un convenio entre la Diputación y el Ministerio de Fomento.

Tampoco cuestionan, dicen, la calidad de los proyectos y aún «comprendendo que a intención do ministerio é poñer en valor os xacementos» creen que con este tipo de proyectos «cunha morfoloxía marcadamente urbana» no se consigue ese objetivo. Añaden las dificultades para el mantenimiento de estas instalaciones y echan en falta la recuperación de caminos tradicionales «que puderon ser limpados e recuperados».

Corrección para el futuro

La primera fase incluyó la intervención en tres yacimientos, y quedan doce más para completar el proyecto que se desarrollaría en un total de 18 enclaves. Consideran que «sería adecuado corrixir esta forma de intervención nos doce restantes, e reformular estas formas de actuación que mesmo puideran dificultar intervencións científicas futuras, agora escasamente atendidas». Creen que los equipos técnicos que los redacten y ejecuten deben ser interdisciplinares contando con profesionales de la arqueología y de la restauración arqueológica.

Las actividades de esta primera fase del proyecto Trazas fueron denunciadas en su día por varias asociaciones y colectivos, según recoge el informe que ICOMOS envió a la RAGBA. Citan a Umia Vivo, la Irmandade Illa de Tambo, Anovaterra, A Fornei y la adhesión de AEGA.