En la actualidad el Instituto Galego de Estatística (IGE) recoge la existencia de seis viviendas turísticas en la zona de Tabeirós-Montes, una menos que el año pasado. Aun así, siguen siendo cuatro más que en Deza, que en cambio sí que cuenta con un apartamento turístico abierto al público. Y entre ellas, una de las más destacadas es la casa de A Chousa, en Gaxín, Forcarei, que comenzó a funcionar como tal en 2017.
«Desde el principio hemos tenido una buenísima acogida, llenando todos los veranos con huéspedes venidos de lugares muy variados y siempre se han portado muy bien. Como la casa está llena de muebles antiguos, mis conocidos me advertían de que me la iban a desvalijar. Pero todos los clientes la han cuidado como si fuese suya», explica Virginia Pichel, dueña de A Chousa.
Según esta vecina de Pontevedra, que se crio en esta casa forcaricense que ahora alquila, la pandemia no ha traído demasiados problemas para el negocio. Al abrir solo de julio a septiembre, el confinamiento solo le supuso no poder acudir a la casa para encargarse del mantenimiento, por ejemplo al crecer hierba de la finca que la rodea. Quitando ese pequeño inconveniente, dice que el volumen de reservas es parecido al de siempre. «Lo normal es tener cuatro o cinco por verano. De momento tengo dos, con una tercera vacilante por miedo a rebrotes, pero bueno, por lo menos saco algo de dinero. Aunque si me pusiese a pensar lo que me gasto en viajar hasta Forcarei para cuidar la casa, igual la cerraba», aclara entre risas.
Para Pichel, las casas rurales son una alternativa a considerar este verano: «Están más aisladas y se valora mucho la higiene. Yo limpio todo a conciencia y eso le da seguridad a los clientes. Además, aquí hay tanta paz que hasta te olvidas del coronavirus».