Los pendellos no tienen quién los quiera

Javier Benito
javier benito LALÍN / LA VOZ

AGOLADA

E CUIÑA

En Agolada siguen apuntalados algunos espacios desde hace meses sin que se actúe

13 sep 2020 . Actualizado a las 17:08 h.

Entre el patrimonio que se conserva en Deza del siglo XVIII figuran los pendellos, un elemento etnográfico vinculado a los mercados de antaño que parecen no tener quién los quiera. En Agolada se afrontó en los últimos años un ambicioso plan para su recuperación y puesta en valor, auspiciado en su día por la Diputación de Pontevedra, pero parecer languidecer en los últimos tiempos con construcciones apuntaladas hace meses sin que nadie dé un paso adelante para su restauración y evitar males mayores. Mientras, el deterioro continúa inexorable en los otros ejemplos de este tipo de construcción existentes en la comarca dezana, los de Río (Rodeiro) y A Gouxa (Dozón), tras desaparecer los existentes por ejemplo en Lalín y Vilatuxe.

Os Pendellos de Agolada están considerados como uno de los mejores ejemplos no solo en Galicia sino en todo el continente europeo de este tipo de mercados, siguiendo una tradición que se remontan a la Baja Edad Media. Las construcciones del recinto ferial de Agolada datan del siglo XVIII, con las del resto de la zona, conservándose tanto alpendres de todo tipo, tanto los destinados para la exposición y venta de las mercancías por los feriantes, que contaban con mostradores de mampostería, como de los que funcionaban como comedor, en ese caso utilizados tanto por los vendedores como de quienes acudían a comprar. Otros se destinaban a almacén o para guarecer al ganado, incluso en ocasiones de dos plantas con vivienda en la parte superior.

El mercado agolense contaba con unos 75 pendellos, en su mayoría de titularidad privada hasta que desde el Concello y la Diputación se promovía su compra de forma progresiva para la restauración de este conjunto de gran valor patrimonial y etnográfico. Con algún que otro traspiés en cuanto a los trabajos acometidos se logró insuflar nueva vida a este recinto ferial, que en los últimos años ha acogido, por impulso de la Xunta, certámenes como Corazón de Artesanía. La última actuación se centró en las antiguas caballerizas, con nuevo tejado además de adecentarse los muros exteriores, en espera de que el gobierno local logre financiación para actuar en su interior.

Pero al margen de esa noticia positiva con la restauración exterior de las caballerizas, se ciernen nubarrones sobre otros elementos del recinto ferial. Hay varios pendellos con lonas en las cubiertas, con estructuras de madera para apuntalar el interior y evitar riesgos de desplomes. En definitiva, una imagen que desprestigia este conjunto patrimonial además de un futuro incierto sobre su conservación. Después de tantos meses en esa situación urge que Concello y Xunta analicen cuanto antes la búsqueda de una solución para evitar males mayores.

La titularidad privada, hándicap para el futuro en Río y A Gouxa

Si Os Pendellos de Agolada viven un momento de declive tras años donde se logró su puesta en valor, el panorama se presenta todavía más negro para estos elementos etnográficos en Rodeiro y Dozón. En el primer caso, sobreviven una veintena aproximadamente en la parroquia de Río. Como también ocurre con los elementos que se conservan en A Gouxa tienen titularidad privada. Un hándicap para su restauración, ya que a los propietarios no parece interesarles desembolsar dinero para unas construcciones hoy sin uso práctico, al margen de usarse algunos como almacén de aperos, mientras que los concellos tampoco están muy dispuestos a mover ficha para su compra y puesta en valor. Cuestiones económicas figuran en ambos casos detrás de la sitaución.

En el caso de Río incluso hubo propuestas y gestiones políticas pero no fraguaron. Además sirvieron esos pendellos, que difieren de los de Agolada al estar pegados a las viviendas, como telón de fondo para la celebración de certámenes de artesanía así como la Feira Susténtabel o la de Vaca Rubia.

En A Gouxa aún se conservan un pendello expositor además de casetas que se usaban como almacén y otros para comedor, con modificaciones arquitectónicas y un progresivo deterioro que amenaza ruina. Y todo ello a pesar de que se siguen celebrando ferias los días 11 y 23 de cada mes.