Lalín no quiere dar tregua a la guerra contra las velutinas. No paró ni el pasado año, en lo más duro del confinamiento, aunque fue una campaña muy distinta por todas las prevenciones que hubo que tomar. El Concello recontó la captura de unas 4.200 reinas, que son la presa codiciada porque sin ellas no hay nuevo nido, explicaba ayer el concejal Avelino Souto.
Pero añadía que, precisamente por el hecho de que la campaña 2020 no fue apenas presencial, dudan de la realidad del dato. Es posible que las fichas que se entregan a los vecinos que acuden por las trampas que entrega el ayuntamiento no estuviesen bien cubiertas, o que no fuesen verdaderamente reinas todas las que se cuentan que cayeron.
Para salir de dudas, y ahora que el covid-19 permite alguna actividad más al aire libre, este año los dos apicultores especialistas con que cuenta Lalín, David Liñares y Jorge Peña, se ofrecieron a dar pequeñas charlas en las parroquias cuando lleven las trampas y dar todas las explicaciones para que el censo de capturas sea real y con el paso de los años permita efectuar una radiografía de cómo se comporta esta especie invasora en el municipio.
Y para animar la batalla contra la velutina, el Concello convocará un concurso entre parroquias para localizar a quién extermina más ejemplares de estas avispas asiáticas que tanto problemas causan en el rural gallego. Este auténtico Grand Prix tendrá en cuenta factores a compensar, como la superficie de cada parroquia y el número de trampas que realmente se instalan, para que todas ellas puedan competir a lo largo de tres semanas. Y tanto Liñares como Peña revisarán las capturas para que nadie dé zangano por reina.
400 trampas
Souto señala que el Concello lalinense destinará 6.000 euros a una partida para adquirir en torno a 400 trampas, que complementarán la red creada años anteriores: «Cada raíña capturada en abril suporá un niño de velutinas menos», indicó. Sobre el concurso, afirmó que no tiene premio definido aún, más allá de la distinción como parroquia exterminadora de velutinas de Lalín, que no es poco.