Adiós, Rivero, adiós

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

DEZA

Rocío Ramos

María Elena Pampín y Emiliano García Meijome, profesora y alumno, recuerdan sus años en el desaparecido colegio

01 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Fue una muerte rápida y tras años de abandono, el edificio del antiguo colegio Manuel Rivero acabó convertido en un montón de hierros retorcidos y de escombros. Su historia, que abarca de 1964 al 2004, es la de generaciones de lalinenses que pasaron por sus aulas, la de sus infancias y la vida de los profesores que las habitaron durante muchos años. Podrían ser muchos más, tantos que no cabrían en una foto, pero ayer quisimos reunir a una de sus profesoras y uno de aquellos alumnos que cursaron la EGB en el centro. Frente a lo que queda ya del Manuel Rivero, María Elena Pampín y Emiliano García Meijome hablaron de su paso por el colegio. María Elena recuerda con precisión cuando llegó al centro con 23 años como maestra de gallego. Unos de sus alumnos eran los de octavo «unos hombretones de catorce años, mientras que yo era una pipiola», apunta Pampín. No eran muchos años de diferencia entre profesora y estudiantes y Emiliano señala que «era muy guapa» y causaba sensación en la clase.

El alumno recordaba a la profesora que una vez lo suspendió aunque había aprobado el examen. Elena reconoce que «yo como profesora era seria y exigente porque tenía que imponerme pero cuando tocaba jugar, se jugaba». García Meijome explicó la razón del suspenso y fue, apunta, «que gritei na clase e me quitaxes un punto por alborotar e a nota quedoume nun suspenso, pero logo aprobei». Los dos recordaban con cariño a los compañeros. Era la década de los 80 y María Elena reconoce que los estudiantes tenían mucho respeto por los profesores. Si había algún problema, se mandaba una nota a casa y venían los padres.

Frente a frente fueron desgranando recuerdos y una lista de profesores: Doña Elisa, el director Cangado, Gloria Alonso, y muchos otros. Entre ellos Antonio, que daba Sociales, y Emiliano recuerda que «era socialista e a veces nos daba unha chapa política tremenda», y su mujer Carmen, que primero estuvo destinada en Goiás y luego se trasladó al Rivero. Ambos, residían en Ourense, y se desplazaban a Lalín a diario en el Castromil.

García Meijome cuenta que alguno de sus hermanos llegó a ir a las clases de Manuel Rivero, que daba clases en la zona de la Praza de Abastos desde los años 50 hasta poco después de 1970 y que dio nombre al colegio.

Profesora y alumno recuerdan que el colegio era pequeño. El espacio se dividía entre las aulas, y el despacho del director en la planta de arriba y poco más. Elena Pampín la primera vez que dio clases en el colegio fue en Infantil de tres años. Como el colegio no daba más de sí, se impartía en una de las antiguas viviendas de profesores situadas enfrente al colegio y que se habilitara con este fin. Un local que disponía de un pequeño espacio por detrás que hacía de patio. Luego estaría un curso supliendo a Gloria Alonso y realizando algunas sustituciones. Más tarde dio gallego cuando se implantó esta asignatura. Emiliano recuerda cuando empezó Educación Física en quinto de EGB y cuenta que «o primeiro día o que fixemos foi correr arredor dos dous pavillóns». Sus recuerdos del colegio son los de muchos lalinenses. Las nevadas «que duraban unha semana e nos tirábamos pola Copacabana». La compra de chuches y bocadillos no faltaba. García Meijome señala que «a miña nai jos facía unos bocadillos de bola da Morena que quitaban o sentido, pero saíamos a mercar o bocadillo O Heladeiro, que puña un postiño de refrescos e chuches» a los que no había quien se resistiera. Fue una tarde de recuerdos que acabó con un deseo: el de reunir a muchos de los que pasaron por el centro.