Hay semanas aciagas y la última de noviembre lo fue por triplicado ya que tres amigos se fueron al más allá: Pepe Neira Vilas, Carlos Oroza y Xosé Chao Rego. Neira Vilas tenía predilección por Lugo y en especial por sus amigos. Quizás por ello, hace unos años se puso en contacto conmigo porque quería venir a pasar un día por tierras luguesas y recordar un viaje por diversos lugares en compañía de Celestino Fernández de la Vega. Aquí se presentó en compañía de su esposa Anisia y comenzamos la excursión por dónde lo habían hecho con Celestino: saliendo del Círculo, desde donde nos encaminamos hacia la pérgola del parque para observar el valle del Miño cuando aun no estaban las torres mamotreto que afean el paisaje.
El siguiente paso fue irnos a
una pulpería a degustar unos
rabos de pulpo seguidos de una agradable tertulia. Desde allí, emprendimos viaje a Santa Eulalia de Bóveda en donde fue la debacle. Tanto Anisia, que no paraba de hacer fotos, como Pepe, se echaban las manos a la cabeza por la «desfeita » que allí se había realizado desde su última visita.
Carlos Oroza, viveirense y poeta maldito, residió en Lugo a su regreso de Madrid y de su tertulia en el Café Gijón con Umbral y Novoneyra. Con Carlos hacíamos tertulia los hermanos Valcárcel y Xavier R. Barrio, paseando por la Alameda pues como estudiantes de COU, no andábamos monetariamente boyantes.
Con Chao Rego coincidía una vez al año en el peregrinaje que realizábamos un grupo de escritores a la casa de Fiz Vergara Vilariño, en Lóuzara, en unas jornadas entrañables e inolvidables. Los tres se han ido y a los amigos nos han dejado un poco huérfanos. Que la tierra les sea leve.