Federico Pérez ofreció un pregón humorístico con partes cantadas y alusiones a personajes públicos

La Voz

DEZA

16 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Con el Puskas de Cruces a 200 metros, el actor Federico Pérez se subió ayer al escenario de la Praza Juan Carlos I para ofrecer un pregón cargado de humor y desenfado, en el que no faltaron alusiones a Casillas ?«eso si que é cantar e non o ghalo»? , a Currás, a Urdangarín y al monarca que da nombre a la plaza cruceña. Empezó por la consellería de Medio Rural, Rosa Quintana: «Era visto, conselleira, xa parecemos Mucha e Nucha, estamos en todas as festas xuntos», dijo antes de preguntarse cómo la localidad no se llama ya Vila de Rotondas, convertidas en señal de progreso en una Galicia que eliminó las cruces. Pérez enumeró galos famosos, con permiso del cruceño de curral: el portugués que cambia de color para anunciar el tiempo ?«eso xa o facía Pemán na Galega, que cando daba chuvias poñíase pálido»?, el de pelea «que dase moi ben por Santa Comba, sobre todo os sábados pola noite», o los irreductibles galos, Astérix y Obélix. Jugó con las palabras para definir al galo pícaro que hace trasnadas, el galo-pín; el que se ofrece en cumpleaños, re-galo, o el más fuerte empresarialmente, Pastas Gallo. También dijo que estos días está de moda, junto al Galo de Curral, el Galo de Currás, «o alcalde de Santiago, que ten o galiñeiro algo revolto. Uhh, hai barullo aquí diante: como diría Del Bosque, ?veña, a calentar?», dijo a la fila de autoridades llena de populares.

Se fue entonces a la música, y cantó O galo cando canta é día, aunque el tema que comienza Quién pudiera tener la dicha que tiene el gallo, lo recitó para apreciar toda su trascendencia. Entre los problemas de Noé para soportar el diluvio con el deshumidificador estropeado, una surrealista última cena con un equipo de fútbol integrado por los apóstoles con un Jesús reticente a ir a Vila de ¡Cruces!, y una trabajada versión que transformó O Gato en O Galo, el actor concluyó con las palabras del Balbino de Neira Vilas, pidiendo un aplauso «para todos os ninguéns deste mundo, que entre todos facemos un alguén». Lo obtuvo amplio de un público que disfrutó y se rió con su pregón: ¡era visto!.