AL FILO | O |
07 may 2004 . Actualizado a las 07:00 h.HAY QUIEN DICE que la lucha contra los malos tratos está de moda. Otros opinan que con tanto cambio de ley las mujeres están demasiado protegidas. Y eso es lo que quisieran muchas. Estar blindadas contra la violencia. Poder ponerse cada mañana un traje de autoestima a prueba de balas y respirar la tranquilidad de sentirse libre de amenazas sin tener que mirar atrás cada vez que doblan una esquina, sin tener que malgastar el maquillaje en cubrir los moratones. Mujeres que quieren tener otra oportunidad, olvidar los malos sueños y borrar de su vida a los que creyeron que ellas no eran más que una posesión con la que jugar sin miedo a romperla. Mujeres que desean vaciar su casa de gritos para llenarla de risas y con los abrazos de sus hijos. Hasta hace poco cuando un hombre pegaba a una mujer siempre había alguien que decía: ¿qué haría? Hoy nos solidarizamos con la víctima y hacemos escarnio público del maltratador. Algo hemos avanzado. Yo sé de algunos que cambiaron la condena por malos tratos por trabajos sociales. Limpiaban el fin de semana las malas hierbas de un cementerio. Al concejal que supervisaba su labor le decían que querían que nos lo viese nadie y que por nada del mundo desvelase cuál había sido su delito. Las páginas de los periódicos se llenan cada día con el relato de mujeres asediadas, golpeadas, amenazadas y asesinadas. Para ellas, y para algunos hombres, para todas las víctimas de los malos tratos no vendría mal un blindaje que les proteja de verdad. En el juzgado la mayoría tiene mala memoria, nunca recuerdan lo que pasó y si dejaron a su esposa desangrándose fue porque no la vieron. Hay que fastidiarse.