La orilla estaba demasiado lejos

Alexandre Centeno Liste
alexandre Centeno A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

El deportivismo, que en marzo ya tenía asumido el descenso, se rehízo y ayer volvió a derrumbarse

02 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El Dépor vuelve a Segunda. Lo hace solo un año después de regresar del infierno y de la forma más cruel que puede haber: descendiendo dos veces en menos de tres meses. Porque la hinchada blanquiazul, esa que nunca dio la espalda al equipo, que llenó el campo cada domingo, que viajó por España adelante y a la que no se le escuchó ni una queja, ya había asumido la tragedia cuando en marzo el equipo se quedó a nueve puntos de la permanencia tras perder en el Camp Nou.

Fue entonces, la semana previa al derbi, cuando casi sin querer e impulsados por un más que optimista Fernando Vázquez, los aficionados comenzaron a ilusionarse con el «Sí se puede». Cuatro victorias consecutivas hizo renacer una esperanza que llegó hasta que Fernández Borbalán indicó el final.

El pitido más amargo

Se escuchó el pitido más amargo para un duro año en el que el Deportivo como institución se dirime entre la vida y la muerte inmerso en un complicado concurso de acreedores que ahora se complica aún más con el descenso a Segunda. El duro final a un ejercicio marcado por la mala planificación con una plantilla que luce el sello de calidad (?) de Jorge Mendes, el afilhado de un Lendoiro que ayer se negó a hablar de responsabilidades y, evidentemente, no asumió la suya.

Un duro año en el que tres entrenadores pasaron por Riazor. José Luis Oltra, el artífice del ascenso desde el banquillo, murió sin renunciar a su estilo con solo 12 puntos tras 17 encuentros. Lo reemplazó Domingos, otro hombre de la factoría Mendes que no aguantó oír a una parte de la afición gritar «menos portugueses y más coruñeses» cuando el Granada goleaba en Riazor. Cuatro puntos en seis jornadas fue su balance antes de abandonar A Coruña de madrugada y con sus tres compatriotas que le ayudaron en la dirección técnica.

Llegó el mesías

Y cuando el luso dejó A Coruña y nadie daba nada por el Deportivo llegó el mesías Fernando Vázquez. Su primer gesto fue dirigirse a un grupo de aficionados que aguardaba en su primer entrenamiento y decirles. «Vamos, claro que podemos. Lo vamos a conseguir».

Y ese sentimiento de pesimismo que se había apoderado de la afición, que ni así había dejado de acudir a Riazor, se tornó en esperanza. Comenzaron las iniciativas en forma de canciones, vídeos, poemas, recibimientos al equipo, despedidas... El fútbol español, que ya había enterrado al noroeste peninsular volvió a mirar hacia esta esquina. Y ni las decepciones de viajar cientos de kilómetros en autobús para ver perder al equipo sirvieron para que la hinchada se rindiera.

Ayer Riazor vivió su día más triste de los últimos dos años en una temporada en la que la plantilla, salvo deshonrosas excepciones, supo estar a la altura; el entrenador brilló con luz propia; y la afición se doctoró cum laude en lealtad, apoyo y fidelidad a unos colores que seguirá defendiendo allá donde el Deportivo esté. El conjunto blanquiazul regresa a Segunda, la entidad no se sabe dónde acabará, pero el deportivismo, más vivo que nunca, se acostó con ganas de levantarse ya.