Fue un despliegue físico extraordinario por parte de ambos conjuntos, incluso en la prórroga, pero las diferencias se marcaron con los planteamientos. Simeone y el Atlético interpretaron mejor lo que tenían que hacer para ganar el segundo derbi del año. Y lo hicieron, sobre todo, a partir de un espectacular trabajo defensivo. Los rojiblancos guardaron siempre muchos jugadores por detrás del balón e hicieron que el esférico no corriese más de la cuenta, tanto cuando apretaban arriba como cuando esperaban atrás. Lo hicieron, además, con muchas ayudas siempre. El mejor ejemplo fue el de Vinicius o Rodrygo, a los que la zaga colchonera obligaba a recibir siempre pegados a la banda, dificultándole mucho crear peligro en el área, aunque son muy buenos y alguna tuvieron. Vinicius, por su parte, se equivocó en el 3-2 del Atleti. No solo en el control, sino en intentar robar el balón cuando lo que tenía que hacer era guardar la posición y cerrar espacio a un Griezmann que cada vez es mejor y más inteligente. El francés sabe lo que necesitan sus compañeros en todo momento y es capaz de marcar la diferencia en campo contrario, dando el último, o el penúltimo pase, siempre en el momento justo.
Lógicamente la final de la Supercopa afectó al Real Madrid, al que se vio con menos intensidad y garra. Pero es un mal que ya ha sufrido este Madrid, que a veces se relaja demasiado cuando consigue el gol que buscaba. El Atlético de Madrid, en cambio, se jugaba mucho, y más ante su gente, y se ha notado durante los 120 minutos. La eliminación de los blancos demuestra que es muy difícil ganar todo porque hay que mantener el nivel siempre y son muchos partidos. El hecho de ganar la Supercopa los libera para afrontar ahora tranquilos la liga, en donde tienen una amplia ventaja a esperas de que caiga el Girona, y para dar todo por la Champions.