Estamos en una nueva era. Todo comenzó con la modificación del reglamento, que antes decía que no podía haber ningún beneficio con la zapatilla y ahora sí, lo que ha derivado un negocio impresionante y en una guerra descomunal entre las grandes marcas. La evolución de todo el producto es enorme y estamos en una época en donde todo es tecnología y no se sabe dónde puede parar, porque cada vez las marcas invierten más.
De la zapatilla de los 500 euros con la que ganó Assefa solo se hicieron 400 ejemplares que son casi de uso único. Ayer el foco se centró en la etíope, que en su camino hacia el récord se llevó por delante maratonianos de primer nivel, pero el primero de todos fue Kipchoge, que para mí fue el primer atleta de laboratorio. Lo tiene todo en cuanto a control y además crearon una figura a nivel comercial. Su progresión es el mejor ejemplo de los nuevos tiempos.
Además, las zapatillas voladoras no solo son claves en la carrera, sino que también permiten un cambio en el sistema de entrenamiento, ya que se puede entrenar mucho más al minimizar el impacto. Hasta la fecha, el atletismo estaba a la cola y ahora se está igualando al resto, porque permite más volumen, mejor recuperación, menor golpeo, menos desgaste muscular, aunque a la larga no se sabe la incidencia que puede tener en cuanto a lesiones, porque también se está cambiando la mecánica de carrera.